Por Napzaly Dionicio Avila
Desde la época de nuestros antepasados hasta la actualidad, uno de los problemas más álgidos y difícil de solucionar han sido los caminos, trochas o vías de comunicación como parte de un proceso de construcción de los pueblos y ciudades del país.
Los incas construyeron una verdadera vena de comunicación: el camino Inca o el Qapaq Ñan, que une seis países del continente sudamericano: Argentina, Bolivia, Ecuador, Colombia y Perú. Esta vía fue la más utilizada entre los pueblos del Tawantinsuyo, que servía para transportar las mercancías y el recorrido de los chasquis.
A inicios del siglo pasado llegar a La Unión (Dos de Mayo), ya sea a caballo o a pie, era las únicas formas de viaje, toda vez que para entonces no había carretera. Sin embargo, con el transcurrir de los años y en la década del 40 y 50, la carretera llegaba hasta Higueras primero, luego fue avanzando lentamente hasta Mito, Jacas Chico, Chavinillo, Pontó, Tingo Chico y en seguida a La Unión.
Según testimonios de muchos domainos de esa época, los comerciantes tenían que utilizar el camino de herradura para llevar a lomo de caballos y mulas sus mercaderías, desde Huánuco a La Unión. Desde Higuera a La Unión el viaje se hacía entre cuatro días, en el mejor de los casos, era una verdadera odisea. En época de lluvia, el camino se ponía fangoso de tanto trajín de las acémilas que iban y venían y el avance era lento por tratarse de una cuesta muy empinada. Había oportunidades en que, para rescatar a las mulas y caballos hundidos en el fango, los arrieros de entonces, esos bravos hombres que tenían esa labor, se veían precisados a descargar la mercadería que corrían el peligro de dañarse.
Un viaje de compras a la ciudad de Huánuco, se preparaba con mucha antelación, desde la selección del personal, el reclutamiento de los animales y la preparación del «fiambre» que por lo general consistía en panes, los famosos «mishtis», queso, un costalillo de cancha y la «canca» o carne seca asada. No podía faltar una tetera para la preparación del café. La caravana podía quedarse en cualquier lugar y allí se improvisaban las carpas para pernoctar cuidando los animales para que no se dispersen.
Entre las compras obligadas para trasladar de regreso a La Unión, estaba el aguardiente puro de caña que se compraba directamente en las haciendas de Quicacán, Vichaycoto y otras; en barrilitos debidamente lacrados con brea. También, cerveza, que se transportaba en sacos de yute.
Posteriormente cuando la carretera llegó a La Unión, los viajes a Huánuco era motivo de algarabía para grandes y chicos. El viaje por lo general se hacía en los buses mixtos por una trocha carrozable construida en la década del 50. El recorrido era unos 130 kilómetros, que en la temporada de lluvia se convertía en un verdadero desafío, ya que se producían deslizamientos e interrupciones en forma constante, además, por lo estrecho que era y la infinidad de curvas peligrosas que han causado lamentables accidentes.
Al inicio, el tránsito se vio disminuido a su mínima expresión, pues para utilizarla, había que hacerlo ungido por una estrecha necesidad, ya que por las constantes lluvias, era un lodazal y los choferes de la época ponían a prueba toda su pericia para hacer malabares a fin de sortear esos tramos de huellas profundas; era fácil quedarse horas y hasta días en espera de ayuda. Muchas veces hacían trasbordos.
Lo pilotos de los camiones y unidades de transportes de pasajeros hacían mucho esfuerzo para sortear los temidos huaycos en las zonas más devastadoras, como en Pichgas y Achcayragra, en esta última en los años 70 y 80 han ocurrido numerosos accidentes, causando mucho dolor en la población domaina.
El viaje de La Unión a Huánuco se hacía de madrugada; salían a las 2 de la mañana y llegaban a las 10 a.m. directamente a la cuadra 7 del Jirón San Martín, junto al ‘Mercado Nuevo’ de la ciudad de Huánuco. Antes de llegar al destino se hacia las paradas obligatorias en Huancapallac, para desayunar y luego continuar el viaje, pero en el trayecto subían las vendedoras de frutas, huevos, choclos, tamales y la sabrosa pachamanca, que los viajeros disfrutaban con especial deleite.
El tema del asfaltado de la carretera Huánuco – La Unión, siempre ha sido un caballito de batalla para muchos candidatos que utilizaban ese viejo argumento para sus campañas políticas. Así, transcurrieron décadas. Felizmente, en la actualidad se materializan los trabajos de ensanche y asfaltado, al término de la misma se podrá apreciar cuan equivocados estaban quienes se oponían a esta obra de gran importancia y trascendencia para la región Huánuco.
El entonces presidente Martin Vizcarra, viajó a La Unión en el 2019, para la firma del contrato con los representantes de la empresa China Railway 20 Bureau Grup Corporation, (encargada de ejecutar dicha obra), dando el respaldo y un paso decisivo para hacer realidad esta obra tantas veces reclamada. La inversión es de 1,241´495,685,46 soles con un plazo de ejecución de diez años, que contempla la mejora de la vía Huánuco – La Unión – Huallanca.
Es importante mantenernos vigilantes, para que la obra sea ejecutada con prontitud y en los plazos establecidos, y que los trabajos se realicen con absoluta transparencia, sobre todo pensando en la calidad.
En la actualidad, el recorrido entre Huánuco y La Unión se hacen entre 4 a 5 horas en condiciones normales. Culminada la obra de ensanche y asfaltado, ese tiempo se reducirá a la mitad con el consiguiente beneficio en todo orden, no solo para los habitantes de la provincia de Dos de Mayo, si no la región Huánuco en general. Además, se convertirá en una vía alterna a la carretera Central para conectar con la capital del país, de gran importancia para distintas zonas del país.