Plaza de Armas y el rey de piedra

Por Fortunato Rodríguez y Masgo

La tarde inesperadamente cayo en medio de una nube de polvareda, arrancado de la garganta de la temible quebrada de Puelles. Mientras, el taita sol en su ocaso, camina lentamente, ya va llegando a la cumbre del Jirka Rondos para pasar allá la noche, contemplando a la mamacha luna, que hoy alumbrara las estrechas y oscuras calles de nuestro Huánuco tradicional. Seguro, va relucir la hermosa y acogedora plaza de armas lleno de verdor, bajo la mirada celosa de los inmensos y añejos arboles ficus que embellece nuestra explanada.

Dentro de ella se encierra una misteriosa y esbelta pileta edificada de un monolito gigante de una sola pieza, en el pasado fue Pillco Rumi (inca de piedra), rey de la cultura pre inca los Chupachos, convertido en una sólida roca por el maleficio de los Jircas Paucarbamba, Marabamba y Rondos, en una noche fría y oscuro, al llegar la madrugada se familia y su corte se dieron cuenta de tal maldición, quedaron atónitos sus súbditos, quienes expresaron su dolor con llanto y sumisión ante los taitas.

De inmediato, fue instalado en su santuario por la comunidad indígena del valle del Huallaga, para ser venerado por los “racucuncas” (sacerdotes), hasta donde llegaban los “pillcos” (indios) para “suplicar” bendiciones y de esa manera, recibir buena cosecha del campo, abundancia de animales, tener buena salud y más años de vida; a cambio entregaron como “pago” coca, maíz, frejol y papa.

Posterior, en el periodo de la expansión del territorio Inca, llegó al territorio de los Chupachos un hijo de Huayna Capac, quien conquisto el valle del Huallaga, entablando negociaciones con el curaca Masgo, dentro de ellas era respetar su cultura a cambio sumisión al supremo Tupac Inca Yupanqui, como rey del imperio incaico. Es así, que los aborígenes Chupachos prosiguieron ofrendando a su rey Pillco Rumi.

El 2 de febrero de 1543, el capitán español Pedro Puelles, fundo la nueva ciudad de Huánuco, que fue trasladado desde Wuanuco Pampa; a razón, de los sorpresivos ataques del capitán inca Yllathupa, quien se reveló ante la invasión española y se puso en armas con su rebelde ejército, hasta lograr expulsarlos del territorio Inca-Yarowilca. Es así, derrotados los españoles abandonan el lugar y se dirigen al valle del Huallaga, para luego asentarse en el territorio de los Chupachos, y con ellos llagaron los curas evangelizadores; de inmediato, tuvieron conocimiento del venerado Pillco Rumi, al instante fue satanizado y señalado como “ídolo del demonio”; razón por la cual, tuvo que ser arrojado del campo ceremonial de los pillcos (habitantes) y anunciaron castigo a todos aquellos que adoraban, porque eran considerados como idolatras, diablos, práctica pagana, que fue perseguida y sancionada por la intrusa iglesia católica.

Pero, sucedió́ algo extraño, durante la época republicana la nueva ciudad de Huánuco de los Caballeros de León, alcanzó importancia, motivando modernizar el aspecto urbano; por tal fin, la Municipalidad de Huánuco, con el afán de embellecer nuestra plaza de armas, en 1845 contratado al escultor italiano Pedro Caretti, para labrar a mano una pileta y ser colocado en la plaza de armas; y de esa manera, embellecer el centro de la urbe.

Buscaron afanosamente una piedra para poder esculpirla y encontraron a Pillco Rumí, rápidamente fue trasladado al lugar para ser labrado a pulso y transformado en una bella pileta de cuatro metros de altura, sentado sobre su losa, posteriormente fue colocado en la plaza principal.

El médico e historiador Joaquín Garay Figueroa, expresó: “La piedra gigante era parte de la zona de Pillco Rumi, localizado en las esquinas de los jirones Tarapacá y Abtao”. Además, manifestó: “Cuenta la leyenda, en ese lugar cantaban los diablos”.

Debo indicar, esta breve reseña está escrita bajo una cosmovisión andina, transmitida de generación en generación de forma oral, manifestaciones que se realizan en las conversaciones de familias huanuqueñas de antaño, como esta que es una leyenda, que sigue vivo dentro de los corazones y pensamientos de los descendientes de los Chupachos, habitantes originarios del valle del Huallaga. Pillco Rumi vive en el alma de los pillcos. Lamentablemente, por el destino fue convertido por los “mishtis” (ricos) huanuqueños en la pileta de la Plaza de Armas. Quizás, fue un capricho del Inca para no ser olvidado; para ser admirado por su estado natural y belleza, desconociendo la divinidad de su origen, para el mundo originario del Valle del Huallaga sigue siendo el inca de piedra venerado por su raza indomable.

LEYENDA DE LA PILETA

En voz baja, de forma discreta, se susurra en quechua durante las charlas nocturnas, en medio de coca y aguardiente, que ¡Pillco Rumi vive!, él no está muerto, solo se encuentra encantado por la maldición de los Jircas, dueños de Huánuco.

Una temporada de sequía en el Valle, el rey de los Chupachos ordenó a los pillcos que solo deben adorar y orar al ave sagrado Pillco, porque es su dios. Al enterarse de esta advertencia, se reunieron los tres Jircas: Paucarbamba, Marabamba y Rondos, acordaron castigar ejemplarmente al supremo de los Chupachos, para que sirva como escarmiento a los demás.

Así fue, una noche totalmente oscura, con el silencio tenebroso, como si fuera un rayo, en momentos que dormía el rey, se convirtió en una enorme roca, al amanecer su esposa y su familia se sorprendieron, quedaron totalmente atónitos de lo ocurrido, lloraron, gritaron pidiendo clemencia, ya era tarde, los jircas así ordenaron.

Solo, para el consuelo de su comarca, la gigante mole de 5 metros de tamaño fue trasladado un centro ceremonial, para que reciba las consideraciones, ofrecimientos y pagos a cambio el rey de piedra, entregaba buena cosecha de productos de pan llevar, mayor reproducción de los animales, salud y prosperidad a sus súbditos.

Pero, durante las noches de luna llena, el Pillco Rumi trata de aniquilar al maleficio, al no poder llora lágrimas negras, que brota hasta el exterior de la pileta. Tal razón, los obreros de la municipalidad tienen que hacer limpieza, para que no se deteriore. Algunos lugareños llegan hasta la plaza de armas en altas horas de la noche para depositar su pago (ofrenda) de coca, caramelos, aguardiente, alrededor de Pillco Rumi, como también depositan por los extensos jardines de la plaza principal.

Conservando así, una tradición ancestral practicada por los pillcos de la cultura pre inca los Chupachos, quienes habitaron desde la cumbre de San Rafael hasta las alturas de Chinchao y Pillao, parte del hermoso valle del Huallaga.

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30.05.2022