Por: Fortunato Rodriguez y Masgo*
Hoy vamos a transitar imaginariamente en un tour de una noche bohemia en nuestro Huánuco de ayer; vamos de despolvar viejos recuerdos de las noches interminables a base de la tertulia nocturna donde el “cachito” del cubilete y los dados era anfitrión; cada vez, se le requería señalaba al ganador o perdedor del juego y como premio o castigo era dos “chelas” (cerveza) elena (helada).
Como escenario estaba los bares de don Mashico (costado del cine central), Sr. Araujo juntito a la peluquería de Shiracagua. Como también, Bato Ratto localizado en el jirón Dos de Mayo, al frente de la plaza de Armas (Hoy Hotel Real), el Pacifico en plena plaza principal, el “Pillko” en la tercera cuadra del jirón Tarapacá; además, te servían un sustancioso lomo saltado o un “piqueo” que te hacia “sanar” de la borrachera a base de ají rocoto.
No podemos olvidar, “Gato” de Rulo Barrueta en la Laguna “Viña del Rio”, la radiola de don Pepito Jara al frente del Seminario, Antero Matos “a ladito” del cine Huánuco. Como también, el bar del Hotel Turistas, el “Timbre” frente a la PIP, el Marabú en la esquina del parque “Amarilis”, “Pajucho” tras de la iglesia El Patrocinio en plena Alameda de la República; entre otros.
En los años 70, entro al escenario nocturno el bar “El Amigo” a espaldas de la Catedral en el jirón Crespo Castillo cuya característica en su inicio era “invitar” cancha serrana con “purita sal” a todos sus clientes; cuanto más comían cancha, más pedían cerveza, ¡buena táctica! del Sr. Núñez, ex subprefecto de Ambo. Otro local solicitado era “El Gallito” sito entre la esquina de General Prado y Bolívar, gratos recuerdos del barrio de Cal y Canto, paradero oficial de la muchachada. “El Gallito” cuyo propietario era el “Gallo” Rojas, empleado del Ministerio de Transportes y Comunicaciones, dueño de un automóvil Dodge de ultimo modelo, quien utilizaba para ir a su trabajo que quedaba a una cuadra de su casa.
Pedro Infantes
Una y otras veces se le observaba por las principales calles de nuestra ciudad al astro de la música mexicana Pedro Infantes en persona quien andaba cascabeleando “entre copas y copas”; increíble, era el parecido de Pedro Barrueta con el mexicano Infantes. Por esta razón, se le conocía como Pedro Infantes de Huánuco, con guitarra en mano y cantando rancheras transitaba de bar en bar, días y noches de bohemia, siempre le encontrabas en una mesa amenizando con su ocurrencias y canciones. Era todo un personaje en la farándula local.
Pedro Barrueta, para sus amigos “sucho” tuvo como particularidad en vísperas del aniversario de Huánuco, participaba en la serenata como cantante interpretando huayno huanuqueño. Para esto, se ponía poncho, sombrero y yanqui, se “empujaba” copones de shacta para su “valor”, ya en el escenario cantaba y zapateaba para el deleite de los presentes, quienes aplaudían al “sucho” Pedro.
Pedrito, para su mamá, el engreído de casa, cuando se trataba de trabajo, era un curtido chofer de camión de Lima a Pucallpa, quien a puño limpio se trompeaba con los tarmeños en plena carretera para “pedir” pase; casi siempre manejaba cantando sus rancheras acompañado de alguna damita de compañía, con quien transitaba ida y vuelta alrededor de 45 días, dependiendo la temporada del tiempo.
El “sucho” Pedro, por su misma condición de chofer, bohemio, era un boxeador callejero, temido por la vecindad, su arma letal era el “cabezazo” madrugador; en una, de tejaba dormido o tocando la puerta de San Pedro, siempre a puño limpio se lidiaba con su contrincante de turno en un bar o en una fiesta si hubo alguna provocación a él o a sus amigos.
En una oportunidad, de un solo cabezazo le rompió la ceja izquierda de un individuo quien estaba provocando en la mesa, dejando noqueado, para calmar la sangre el mismo sucho le puso una curita y al mismo tiempo, él se apareció con otra curita en la ceja derecha, y sus amigos le preguntaron ¿Qué paso sucho? Porque la curita, al instante respondió ¡en dolor hermanos! Al escuchar, todos se rieron.
El sucho Pedro, como todo huanuqueño era pícaro, acriollado de hablar lento, bohemio como el, siempre tras las viudas o de las solteronas caminaba. En una oportunidad, su “padrino” don “shucuy” Pedro le recriminó por estar andando tras la “Shaprona”, quien era viuda con 8 hijos ¡ya sabes sucho! A mí no me vienes con tus “pendejadas”, te portas bien o te chicoteo con ishanca ¡carajo! Santo remedio para que el sucho deje de estar frecuentando a la “Shaprona” amiga de la “coja” Bedoya y comadre de la “chusca” gallina.
En una ocasión, el incorregible sucho, luego de una pelea callejera, fue detenido y de inmediato fue conducido a la comisaria por el “loco” Follegati, quien puso a disposición del mayor comisario, en el momento de prestar declaraciones, se le pregunta ¿nombre? Responde Pedro Barrueta ¿Dónde vives? En Pedro Barroso ¿Quién podrá abogar por ti? Mi padrino Pedro Cuculiza responde Pedro Infantes de Huánuco dijo. Esto enfureció al policía, quien pensaba que le estaba “tomando el pelo”, al instante ordeno que lo calabocean al sucho Pedro hasta el día siguiente.
Llego la hora de descender del tren de los recuerdos, quizás con nostalgia de nuestro Huánuco del ayer; es bueno recordar, a personajes invisibles, quienes fueron parte de nuestra vida cotidiana, muchos de ellos ya se encuentran en el mundo de los finados; pero, en su momento eran todo un personaje y hoy con reverencia le recordamos.
*Cronista, economista y abogado. E-mail: rodriguezmasgo@gmail.com Celular: 964759237.
Foto: D.R. referencial.








