Nicomedes Santa Cruz a la décima dio luz

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(Homenaje)

Por Víctor Raúl Osorio Alania*

Nicomedes Santa Cruz Gamarra (La Victoria, Lima, junio 4 de 1925 – Madrid, España, febrero 5 de 1992) está considerado como uno de los impulsores y defensores de la décima en el Perú y Latinoamérica, en el siglo XX.

Nicomedes Santa Cruz / incluye realidades / que llamaría verdades / a la décima dio luz. / Aportas con tu trasluz / respetado decimista / que pareces andinista / declamando con impulso / extiendes visión y pulso / en fin, eres buen trovista (VROA).

ANTECEDENTES. Vicente Gómez Martínez Espinel (1550-1624), clérigo, escritor, musico, está considerado como creador de la décima o espinela (esta última configura su apellido), donde resaltan los octámetros u ocho silabas métricas.

El 10 de agosto de 2003 fue instituido el Día de la Décima en el Perú, lo cual resalta el nacimiento de Mariano Lorenzo Melgar Valdivieso (1790-1815), él ha destacado como profesor, poeta y patriota. La fecha pretende mantener viva la tea de la heredad nacional.

DEFINICIÓN. La RAE precisa que es la combinación métrica de diez versos octosílabos, de los cuales, por regla general, rima el primero con el cuarto y el quinto; el segundo, con el tercero; el sexto, con el séptimo y el último, y el octavo con el noveno. Admite punto final o dos puntos después del cuarto verso, y no los admite después del quinto.

1958

A este año incumbe “A cocachos aprendí” o “La escuelita”. El parágrafo introductorio es una cuarteta o redondilla, luego, figuran cuatro estrofas en perfecta décima.

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A cocachos aprendí / mi labor de colegial / en el Colegio Fiscal / del barrio donde nací.

Y dice así:

Tener primaria completa / era raro en mi niñez / (nos sentábamos de a tres / en una sola carpeta). / Yo creo que la palmeta / la inventaron para mí, / de la vez que una rompí / me apodaron «mano de fierro», / y por ser tan mataperro / a cocachos aprendí.

Juguetón de nacimiento, / por dedicarme al recreo / sacaba diez en Aseo / y once en Aprovechamiento. / De la Conducta ni cuento / pues, para colmo de mal / era mi voz general / «¡chócala pa’ la salida!» / dejando a veces perdida / mi labor de colegial.

¡Campeón en lingo y bolero! / ¡Rey del trompo con huaraca! / ¡Mago haciéndome “la vaca” / y en bolitas, el primero…! / En Aritmética, cero. / en Geografía, igual. / doce en examen oral, / trece en examen escrito. / Si no me “soplan” repito / en el Colegio Fiscal.

Con esta nota mezquina / terminé mi Quinto al tranco, / tiré el guardapolvo blanco / (de costalitos de harina). / Y hoy, parado en una esquina / lloro el tiempo que perdí: / los otros niños de allí / alcanzaron nombre egregio. / Yo no aproveché el Colegio / del barrio donde nací…

Comentario. Funcional de principio a fin, la trama poética es como espejo que refleja la vivencia escolar de las generaciones de la pasada centuria. Los tejidos anatómicos pueden debilitarse, pero los recuerdos laten y sonrojan a la coyuntura actual.

Que levante la mano quien no ha recibido los correctivos mediante la palmeta. Que levante la mano quien no pronunciado: «¡chócala pa’ la salida!».

1962

“Los comuneros” ha esculpido en verso libre, esta adhesión poética resalta la gesta del 3 de marzo de 1962, cuando los comuneros de Yanahuanca (con waraka u honda en mano) recuperaron las tierras comunales. Adelante Nicomedes Santa Cruz:

En Uchumarca, Pacoyán y Chinche / creímos estar solos / cuando el señor ministro de Gobierno / mandó contra nosotros / a su Tropa de Asalto / y a su Guardia Civil, frazada al hombro, / fusil en bandolera, / pero con orden de arrasarlo todo; / en Uchumarca, Pacoyán y Chinche / creímos estar solos.

Sólo nos alumbraba una esperanza: / Siendo los guardias cholos / y hablando kechwa y masticando coca / lo mismo que nosotros, / y siendo los señores oficiales / costeños y criollos; / siendo todos peruanos, / consideramos lógico / que ni el más criminal de los humanos / –ni borracho ni loco– / dispararía contra sus hermanos / por entregar a otros / lo que hace miles de años / nos concediera el Todopoderoso…

Aunque nos alumbraba esa esperanza, / cuando vimos sus rostros / en Uchumarca, Pacoyán y Chinche, / creímos estar solos.     

Luego, la “Asociación de Criadores” / con sus aristocráticos piojosos, / y el señor ministro / gestor y ejecutor del “Desalojo”, / y el coronel Esbirro / con sus guardias de plomo; / cada uno de ellos / y entre todos, / desde un sábado triste –tres de marzo– / a la alborada de un domingo rojo, / quemaron nuestras chozas / incinerando allí nuestros cachorros.

Nuestra honda y su piedra milenaria / fue armamento anacrónico: / La piedra fue a la piedra y el Hombre al Hombre / y el comunero, tinto en sangre, el polvo.

También nuestra preñada compañera / cayó junto a nosotros.

Cuando la tropa descargó sobre su vientre / culatazos de aborto, / en Uchumarca, Pacoyán y Chinche / creíamos estar solos, / creímos estar solos.

Creíamos estar solos, / mas toda la indiferencia de esta patria / estaba con nosotros.

1964

Paradojas de la vida, en el umbral de Nochebuena ocurrió “Nochemala”, Nicomedes afirma: «A los 59 mineros muertos por la negligencia de un ingeniero norteamericano en Goyllarisquizga, Pasco», fue el 20 de diciembre de 1964, a las 02:30 horas.

Pastores, venid, venid / al profundo socavón / Donde dormita el carbón / con sueño de siglos mil. / Pastores, seguid, seguid / Vuestro lucero en la frente / cantadle al negro silente / que bajo tierra dormita / Un huayno de dinamita / y que la veta despierte.

Venid, venid pastorcillos, / venid, venid comuneros / huancas de los ventisqueros / Ex reyes de soles fríos. / Dejad los flacos sembríos, / dejad la flácida llama. / Si la tierra ya no os ama, / si os desprecia el gordo mundo / hundíos en el profundo / vientre de la Pachamama.

Por los negros socavones / del ombligo de la roca / bajaron chacchando coca / y tosiendo sin pulmones. / Setentaicuatro [setenta y cuatro] explosiones / sacudieron al Perú, / y estimulado el grisú / por el traidor gas metano / cincuentainueve [cincuenta y nueve] mineros / hallaron negro ataúd.

¡Pastores, salid, salid / del profundo socavón / donde crepita el corazón / con fuego de grados mil…! / Rotos de frente y perfil / negra muerte los iguala, / y en la trágica antesala / de una “Feliz Navidad” / hay guaguas, que en orfandad / sollozan su Nochemala…

*“El Puchkador de la Nieve”

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