Llama, hongo y puma

(El cosmos describe lo mágico real en Condorcayán, Huayllay)

Por Víctor Raúl Osorio Alania*

Íconos de resistencia hay en muchas partes del hemisferio austral (donde se ubica el Perú y estos personajes). La desglaciación causó pavor y despertó las ansias de sobrevivir, muchos lucharon con uñas y dientes para mantenerse por los nuevos siglos. El cóndor pudo guiar a muchos congéneres hasta los espacios conocidos y los que están por descubrir.

Aquí no hay reproches, más bien destacan mensajes de unidad, o sea, la unión hace la fuerza en mañanas azules y pulcros atardeceres con matices dorados y anaranjados.

 El cóndor, amo y señor de las alturas, anda o vuela siempre a la vanguardia, pudo guiar al trío conformado por puma, hongo y llama hasta un espacio autónomo, inmaculado, poco visitado (diríamos mejor, nunca visitado).

Puma, hongo y llama fueron ubicados cerca de los cinco mil metros de altitud. Ahí urge el oxígeno, pero sobra la libertad. ¿Podrían hacer un espacio para esta narración y brindarle ternura?

Sí, escribe con detalles en tu criatura de tinta y papel –pudo oírse la respuesta unísona del terceto sedentario.

La llama empezó a testimoniar. En honor a la verdad, vivo en estos parajes en compañía de la llama hembra, para los ojos humanos nos endurecemos por épocas, cambiamos en luna llena.

¿Qué hace el camélido cuando le toca “descansar”?

Anda con las recuas, pero regresa en las noches para brindarnos calor mutuo y cuidarnos de las amenazas de cazadores y guadañas.

¿Por cuánto tiempo está preñada la hembra?

Un año dura la incubación.

Fosilizado, ¿cuánto llegas a medir?

Haber chicos, hagan su tarea.

La cinta métrica reposaba en la mochila y salió a cumplir el primer trabajo.  El mamífero del relato mide 3 metros con 22 centímetros de largo, 2 metros registra desde la cabeza hasta sus patas delanteras y un metro con 22 cm desde el anca hasta las patas traseras.

La llamita posó de buen agrado con los visitantes y pidió una copia para que lo difunda en las redes sociales, incluso en las galaxias que son parte del universo.

Permanece en Trapiche, Condorcayán, vayan y lleven esta narración para oír demás hechos inéditos.

Una llama habladora, ¿qué raro? En el bosque hablan todos los animales y lo hacen de modo correcto, en el ritmo sugerido, ni despacio ni rápido.

Otra figura espléndida obsérvese durante el ascenso. Los citadinos describen como sombrero, los aldeanos, como hongo (tuclush en quechua, sinónimo de champiñón y bombín). Inevitable escuchar otros aportes: parece ovni, tiene semejanza con la canasta, lo veo como tina redonda…

El hongo rocoso permite por siempre las elucubraciones necesarias, literales y simbólicas, de inmediato expresa su parecer. 

Me da gusto saber que no soy asunto olvidado.

¡Eres importante en este bosquecillo!

Soy hongo, así de simple, nazco en verano, revisen el calendario comunal con prontitud.

¡Correcto!

He logrado mimetizarme de acuerdo al hongo natural que los alimenta, por ejemplo, saltado de hongos, chaufa de quinua con setas.

¡¡¡Gracias tuclush u hongo!!!

El ascenso es pura adrenalina, véase familias campesinas tras los rebaños, chozas techo de paja, lagunas vejadas de futuro previsible, vías polvorientas que causan tos a las nubes descoloridas.

«A veces hay que dar un paso atrás para dar dos hacia adelante». Cuando preguntamos a la comitiva quien ha creado este aforismo, responden seguros: «El puma andino», «arriba está uno de los primeros genes», «solo queda lo manso del animal fiero».

Apuramos el paso, la curiosidad libera a las extremidades inferiores, pasa inadvertido cualquier achaque, más puede el querer llegar, dar un abrazo al extraño ser que posa en actitud osada y soporta helada, calor, meses cortos con días largos.

Hola paisanos míos, coloquen la coca en área estratégica, el aguardiente han de brindar conmigo y fumemos juntos para dar señales de presencia con la humareda –habló con voz atildada y retrocedió, por si acaso, un paso.

Aún tiene fuerzas…

Tranquilos, cuando retrocedo doy señal de amistad –hubo alivio en la comitiva.

Entonces, ¿en la noche avanzas dos pasos?

Bonita deducción, de premio me dejaré tomar unas cuantas fotografías, ya quiero salir en libro convencional y virtual.

El pelaje corto fue tocado por los niños, una niña pidió permiso para montarlo y recibió el visto bueno del felino que sonrió y pensó con disimulo: «Los adultos por qué esconden su faceta infantil».

 ¿Es cierto que estás en extinción?

Me da pena admitirlo, quedamos pocos.

Sé de buena fuente del trato hecho con los dadores de vida, llegará el momento de que vuelvas a respirar… –intervino casi susurrando un pastor y arriero de llamas.

Confirmado, guarda el secreto, mis congéneres podrían amonestar tu curiosidad. ¡Chist!

Estando en Runtunin, encima de 4.800 metros de altitud, procedimos a medir al puma, quien arguyó: «De saber que vendrían sastres hubiera traído a mis amigos».

5,90 metros tiene toda la contextura, 3,60 de largo (desde la cabeza hasta la cola), 2,50 de largo (entre las patas delanteras y traseras).

 Las horas van para volver con más carga temporal, cada minuto resulta vital para llegar a metas altas, bien arriba para proponer todo tipo de avanzada con resultados.

Contentos volvíamos y el cóndor hizo suyo la capitanía, impresiona el apunte justo:

Disculpen la molestia, de 55 a 65 días incuba el polluelo del cóndor –la información tuvo acogida.

¿Dónde vives tío cóndor?

Entre la selva alta y la región puna –pero lo vemos cómodo en Condorcayan, ahí permanece más tiempo.

Llama, hongo y puma escriben la propia historia., aquí tenemos más de una razón para recordarlos.

No hay apremio por encabritar el paso, porque ascenso y descenso requieren máximo una hora.

GRATITUD

La elevada cima vigila el puma, / después de cada salida hace suma; / el carnicero aquí es vegetariano, / pues anhela mantener peso liviano.

Convertido quedó como pedrisco / entre la nube, el nirvana y aquel risco, / ese noble corazón tiene dueño, / mientras mentaliza más de un ensueño.

Muy cerca persevera un ilustre hongo / que alimenta hace tiempo al sabio pongo; / también le nombran como champiñón, / seta, bejín, trufa… buena ración.

«A veces me confunden con sombrero», / declara seguro ante un chacarero, / y agrega: pregunten cualquier asunto / sabré poner énfasis, coma y punto.

Más abajo hállese la dúctil llama / con su florilegio en versátil gama, / apta carguera entre muchos linderos / según testifican duchos arrieros.

La llama representa identidad, / viva surte fibra de calidad, / inmolada provee carne, cuero, / respete su soledad en el fuero. *“El Puchkador de la Nieve”

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