Por Napzaly Dionicio Ávila
En estos días se ha venido hablando del puente Cáceres o Calicanto, debido a la fisura que sufrió en su antigua estructura, ocasionado por la corriente y crecida del río Vizcarra a causa de las fuertes lluvias durante los meses de enero a marzo.
En esta oportunidad voy a ocuparme de la historia del puente Cáceres y es sin lugar a dudas, una verdadera joya de la arquitectura italiana que causa admiración de propios y extraños, por la delicadeza que fue construido sobre el río Vizcarra que divide las localidades de La Unión (Aguamiro) y Ripan en la provincia de Dos de Mayo.
Dicho puente, posee una estructura de hermosos arcos de buena cantería de granito y es considerado como una obra importante de la historia de la ingeniería civil en nuestro país. Su historia no deja de ser apasionante y la ofrecemos a nuestros lectores en apretada síntesis.
En el lugar que actualmente ocupa, existía en el pasado un improvisado puente de sogas llamado «Huaru», posteriormente se instaló un puente de madera que permitía la comunicación entre los pobladores de Aguamiro y Ripan. En la estación de invierno, cuando se incrementaba el caudal del río, era prácticamente imposible acceder de un lado a otro, corriendo inminente peligro de perecer en las tormentosas aguas. Ante esta situación, un buen día, allá por el año 1864, cuando la actual provincia de Dos de Mayo, aún pertenecía a la provincia de Huamalíes, los vecinos más notables de Aguamiro y Ripan de entonces, entre los que se encontraban los señores: José Antonio Gonzáles, José María Zevallos, Asunción Ariza y Proaño, Tomás Funegra, Pedro José de la Mata, José Alvarado, José forzani, José E. Hidalgo y muchos más, acordaron construir un puente sólido, resistente y que de preferencia fuera de piedra, conocido en la época como «Calicanto».
Para tal efecto, los vecinos de Aguamiro y Ripan, sufragarían los gastos de acuerdo a sus posibilidades. En ese acuerdo, Tomás Funegra se compromete a contratar un arquitecto, quien tendría a su cargo dirigir los trabajos de construcción, y con ese objeto, viaja a la ciudad de Huánuco, donde efectivamente contrata al arquitecto Pedro Ceretti, quién se traslada e inicia los trabajos de construcción propiamente dicho, logrando efectuar únicamente las bases. Por razones que se desconocen, decide regresar a Huánuco, dejando inconclusa la obra.
Ante esta situación, las críticas y las responsabilidades recaen en la persona del señor Tomás Funegra, a quien el pueblo acuerda imponerle una multa. La obra queda paralizada por espacio de ocho años.
En el año de 1872, cuando Dos de Mayo ya era provincia, un subprefecto de apellido Vicuña, vuelve a tocar el tema del puente y con mucho entusiasmo, que contagia a las poblaciones de Aguamiro y Ripan, plantea la necesidad de que las obras de construcción del puente se reinicien.
Esta vez, el ciudadano italiano José Forzani, es el encargado de buscar otro arquitecto, para tal propósito viaja igualmente a Huánuco, donde logra contratar a su compatriota el arquitecto Santos Benedetti, quien viaja a La Unión y se encarga de reiniciar las obras. Lamentablemente Benedetti fracasa en su intento, toda vez que el arco del puente del lado izquierdo se cae dos veces y del derecho, una vez. Desilusionado por este fracaso decide dejar inconcluso los parapetos del puente. El señor Forzani, obliga al arquitecto Benedetti a cumplir con el compromiso, haciendo que regrese por la ruta de Margos. Al llegar a Cauri se encuentra de manera casual con otro emigrante italiano llamado Juan Lanfranchi, muy conocedor de este tipo de obras, especialista en tallado de piedras de granito y estaba precisamente trabajando en una obra similar, en el puente Cauri.
Benedetti lo contrata para el puente sobre el río Vizcarra, el que se realiza con mucho ahínco y cuya terminación debería coincidir con la llegada del Mariscal Andrés Avelino Cáceres. Se dice que se llegó a colocar una placa de bronce en la que se podía leer: Puente Cáceres. Dicha placa estuvo ubicada en un lugar poco visible, según se dice para que los chilenos no la pudieran detectar fácilmente.
Para la construcción de este histórico puente utilizaron cerca de 20 mil piedras cónicas de granito, transportadas desde el lugar denominado «Recodo», las que fueron unidas a base de cola de cuero de res con una mezcla de cal viva y arena lavada, empleando una gran cantidad de clara de huevos, formando lo que se conoce como «argamasa». Cada arco tiene 15.50 metros de luz. Su construcción que se inició el año 1864, concluyó 18 años después, en 1882.
El puente Cáceres o Calicanto, que ha soportado numerosos terremotos y cuantas crecidas del río Vizcarra, está a punto de colapsar, es a no dudarlo, una verdadera joya arquitectónica; una reliquia, que como tal, merece ser rescatada y preservada. Es también ejemplo de la perseverancia de nuestros antepasados y de quienes se identificaron con nosotros.
Fue declarado Patrimonio Cultural de la Nación, según Resolución Directoral n° 1297 – INC, con fecha Lima, 4 de junio de 2010.
Salvemos el puente Cáceres. Este 20 de Mayo habrá una gran marcha en la ciudad de La Unión por la defensa y rescate de este patrimonio cultural, partiendo del paseo Aguamiro, frente al puente Cáceres. Los organizadores de la movilización encabezado por el Comité de Coordinación y Vigilancia del puente Cáceres, anuncia la entrega de polos con un slogan y fotografía de este patrimonio a las primeras 100 personas que asistan a la jornada.
(Texto histórico, tomado del libro en proceso de edición: La Unión en la Historia)