
Por: Fortunato Rodríguez y Masgo
Por centurias de años, la comunidad aborigen etno amazónico Asháninka, habita en una parte de la selva de la región Huánuco; específicamente, en la provincia de Puerto Inca. Por esta razón, es necesario conocer aspectos históricos de esta comunidad nativa, porque también son huanuqueños. Hoy resumimos la acción de la conquista espiritual o la misión evangelización cristiana desarrollado por las ordenes religiosos de los Jesuitas o Franciscanos, generando la sublevación de la comunidad nativa en el siglo XVI.
El pueblo asháninka fue la primera comunidad etno amazónica que tuvo contacto con los españoles a través de los jesuitas Font y Mastrillo, quienes establecieron contacto en 1595, cuando exploraban la parte alta andina de Andamarca (Concepción Junín); las mismas, fueron de manifiesto en las dos cartas enviadas por los jesuitas a sus superiores. El cual, se constituye como fuente de la existencia de un grupo de indios “Pilcozone”, hoy identificado como Asháninka.
Luego de cuarenta años del primer contacto con los nativos amazónicos, los religiosos Franciscanos se encaminaron hacia la Selva Central, para dar inicio a la evangelización, entrando por Villa Rica, con destino al Cerro La Sal, lugar venerado por las comunidades etno amazónicas, hasta donde llegaban para extraer la sal, que era un complemento de su alimento.
En 1635, el fray Jerónimo Jiménez comanda la expedición cristiana de los franciscanos, hacia el territorio asháninka, estableciendo una misión en Quimiri (actual ciudad de La Merced).
En 1637, el misionero Jiménez lidera el primer viaje de exploración hacia río Perene, donde fue victimado en una emboscada ejecutado por los asháninka, quienes veían a los misioneros como intrusos dentro de su territorio y no aceptaban la nueva religión que le pretendía imponer por mandato de la corona española.
En 1648, se propalaba el rumor del deseado “dorado” que almacenaba los tesoros de Paititi (Dios) en oro, planta y diamantes, nuevamente se organiza una misión de evangelizadores y colonos, quienes salen con destino al Cerro La Sal, pero fueron interceptados por los guerreros asháninka, ejecutándolos en el acto a cada uno de los intrusos.
Al transcurrir los años posteriores, los españoles persistían con su deseo de buscar el tesoro del dorado. Por el cual, desarticularon el sistema comercial de los nativos, luego arribaban al Cerro La Sal, para esto establecieron misiones de evangelización en lugares estratégicos; de esa manera, impedir el paso de los aborígenes.
El misionero Biedma recibe en 1671, autorización para organizar una misión para ingresar al territorio asháninka y llegar hasta el Cerro La Sal. Es así, 1673, arriba conjuntamente con los demás misioneros al místico Cerro La Sal, para luego descender a la misión de Quimiri, donde reabre este centro de evangelización, posteriormente se dirige a Santa Cruz de Sonomoro donde establece una misión de misioneros.
En 1674, Biedma funda la misión de Pichana con el objetivo de controlar el tránsito de los nativos, localizado entre los ríos Ene y Tambo. Por el cual, se desplazaban con destino al Cerro de la Sal, este recinto de evangelización estuvo bajo la dirección de fray Izquierdo. Era tan fuerte la presión de la conquista espiritual, desarrollado por los misioneros, que hizo alterar a la población asháninka de Pichana, que estaba bajo el mando del cacique Mangoré quien, apoyado por los jefes del Cerro de la Sal, se rebelaron contra la administración franciscana, los jefes de las comunidades nativas no aceptaron que les prohíba la poligamia. Esto genero una sublevación llegando a ejecutar al misionero Izquierdo y demás evangelizadores.
En 1687, el misionero Biedma, quien conocía el territorio asháninka, fue victimado por los Piros, cuando desarrollaba la misión cristiana por el Rio Tambo; pero, un año antes fue atacado por los Conibo, con este hecho se cierra la entrada a esta parte de la amazonia.
Luego de cien años transcurrido del primer contacto de la comunidad etno amazónica con los españoles, se reinicia el deseo de emprender nuevas misiones de evangelización, siempre promovido por los buscadores del mito del dorado, quienes afirmaban que los incas escondieron su tesoro en la abrupta selva.
Las misiones de la evangelización agrupaban a centenares de nativos, quienes estaban obligados a convivir dentro de ella y cambiar su modo de vida. Esto no les gusto a muchos, quienes abandonaron dicho recinto para vivir libremente en su habita natural, la selva.
La poligamia de los jefes nativos, que les permitían tener varias convivientes, este hecho era contradicho por los misioneros, calificándolos como “pecadores”; esta contradicción exaspero más los ánimos en el interior de las comunidades aborígenes, llegando al enfrentamiento abierto con los españoles
En 1742, aparece la figura de Juan Santos Atahualpa, acompañado por un jefe de los Piro, quien se auto proclama Inca o Hijo de Dios, heredero del imperio incaico, camina por el territorio del Gran Pajonal, prometiendo restaurar el imperio incaico y expulsar a los intrusos españoles del territorio de los etno amazónicos, la noticia trasciende a lo largo y ancho de la selva, nativos bajan para enrolarse al ejercito libertador. Así se inicia la sublevación del gran jefe Atahualpa, hace retroceder a los españoles, quienes abandonan el territorio, los enfrentamientos se protagonizan, muchas de estas salen victoriosos los valerosos guerreros de Juan Santos, desde 1742 a 1752. De esta manera la comunidad etno amazónica del Perú se hizo respetar y lucho por su cultura.