La novia se marchó dejando el matrimonio

Por: Fortunato Rodríguez y Masgo

 

La noche se disipa entre los recuerdos y la nostalgia, la shacta, el cigarro “inca” y las hojitas verdes de la sagrada coquita están sobre la añeja mesa, sobre ella prendida la velita está luchando para brillar la luz dentro de la temible oscuridad, junio mes de verano en mi Huánuco querido, mes vaciante del indomable rio Huallaga, es mediado de los años setenta, en un rincón casi solitario del cuarto sito en “La Cordovita”, viejo barrio de mi vivencia de pronto llegó Teodorico, con cariño “Cachaco”, joven Guardia Civil, quien vino acompañado de Telesforo viejo amigo, dedicado al magisterio en la zona andina huanuqueña.

Entre copas y más copas de purito aguardiente cascabelea “Cachaco”, quien prende una velita en memoria de su novia Grimanesa, para la familia “Grima”, quien se embarcó aquel sábado 7, día fatídico en el tren de la vida sin boleto de retorno, dejando a los suyos en medio de dolor y llanto.

Cachaquito, entre lágrimas y llanto, recordó: “Aquel 7 de mayo último he formalizado mi noviazgo con mi adorada Grima, ambas familias acordamos celebrar el matrimonio en diciembre próximo, siendo la iglesia el Patrocinio el escogido, misa celebrada por el padrecito Trujillo por ser familia cercana, como local se separo el Club Central y en la animación musical se contrato a la Sonora Zapata, por ser vecinos del barrio La Alameda. Mientras, el padrino Bambino se comprometió dar los aros de oro, pachamanca, 100 cajas de cerveza y la madrina obsequio el vestido de novia y los gastos del maquillaje a cargo de los estilistas Isidro y Rene. Total, todo ya estaba debidamente planificado y definido”.

Grima, cursaba los últimos ciclos de enfermería en la Universidad; por su parte Teodorico era efectivo de la Guardia Civil destacado en un puesto policial de la serranía de Huánuco, ambos tenían fluida comunicación a través de cartas y telegramas; la última vez, bajo Cachaco a visitar a su novia fue agosto, coincidió con el aniversario de Huánuco.

Ya era fin de mes de octubre, Cachaquito no bajo a ver los preparativos de la boda, esto intranquilizo a la novia, quien decidió viajar a la sierra para visitar a su novio; así fue, sábado 7 de noviembre último, Grima se despertó temprano, alisto su ropa y delicadamente coloco dentro de su maletín, era la engreída de la familia, por ser la última y la única mujer de los cuatro hermanos varones, quienes residían por la Alameda.

Los padres preocupados, en todo momento pedían que no viaje por ser mes de lluvia y de desgracia. Ella, no comprendía, menos aceptaba, solo atino decir ¡ya decidí! Voy a ver a mi novio, a quien no veo desde agosto, deseo darle una sorpresa y ver como esta, es joven, necesita ¡control! Exclamo Grimanesa.

Don Vitucho, futuro suegro de Cachaco, le hizo recordar ¡hija en diciembre vas a casarte! Ten paciencia, Teodorico ya va a venir a trabajar al puesto de control de Huancapallac, ya hablamos con su jefe el “loco” Reategui, quien prometió “destacar” en diciembre por necesidad de servicio. Además, este año debe ascender a Cabo, tiene que hacer méritos hijita comprende, suplicaba el padre.

Pero terca como ella, ya decidió, si o si viajar, tomo un desayuno ligero, su madre con lagrimas le despidió, Luchin hermano mayor acompaño a su hermana hasta el paradero del jirón San Martin al frente de la tienda San Benito de los Obregón, localizado a pocos metros del mercado nuevo, donde tomo su carro, un mixto totalmente repleto de carga, Grimanesa se acomodó en la segunda fila adyacente a la ventana, para poder ir observando el paisaje, ella en todo momento feliz, hasta se inspiraba hacer bromas.

El mixto luego de tres horas llego a Huancapallac, donde los pasajeros almorzaron, y de inmediato emprendió camino trepando hasta la Corona del Inca o Quisha, para descender hasta Chavinillo, donde fue controlado por los policiales, ya al atardecer comenzó una torrencial lluvia con truenos, relámpagos y rayos, el camino era resbaloso, como jabón, el camión patinaba, pareciera que estaba bailando, el chofer era una persona adulto, sereno y diestro con el timón, dominaba al mixto. Ya casi terminando la tarde, llegaron a la maldita quebrada de Achcay Machay (tierra de brujo), en momento que daban la curva, la llanta trasera quedo en el aire, patinando el carro, y con el peso se “volteo” el carro, precipitando al abismo, ¡se volcó el mixto! ¡la bruja se le trago! a las personas dijeron los pastores de oveja que presenciaron el accidente.

La noticia se rego por toda la sierra casi al instante, en plena lluvia los guardias civiles y los vecinos de Chavinillo fueron auxiliar, cuando llegaron a Achcay Machay, el escenario era desolador, se escuchaba llantos, pedían auxilio los pasajeros desde el fondo del abismo. Tras horas de rescate, pudieron encontrar más de 10 muertos y heridos de gravedad. En la lista de fallecidos figuraba Grima, quien pereció al instante con el cráneo destrozado, por estar en la ventana. A las horas, los occisos fueron trasladados hasta la morgue del Cementerio de Huánuco.

Al tener conocimiento de este trágico accidente la familia de la finada Grimanesa, quedaron destrozados en el dolor, envuelto en la tristeza; Cachaco no sabia que hacer, andaba como loco. Ya en el entierro, todos reunidos dieron la santa sepultura a la occisa, la engreída de la casa de los Ramírez, se fue al cielo para no volver jamás, dejando a su Cachaco envuelto en la soledad y en la locura, quien todos los días estaba parado en el nicho de su amada, llorando y con la mirada perdida. No podía aceptar los hechos ocurridos, sucedió porque así lo quiso Dios…Ahora Grimanesa descansa eternamente, mientras su amado novio llora de tristeza, perdido entre el dolor y el licor.

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