Ilusiones y Fe

(Narración)

Por Víctor Raúl Osorio Alania

«La experiencia internalizada propone caminos viables». Esta propuesta de picachos y arboledas conduce hacia la página siguiente o podría decir hacia el otro día, en la cual pudo notarse ocurrencias variopintas, disimiles, inusuales.

¡Truenan los huesos! ¡Relampaguea la dichosa memoria! ¡Este relato llega fulminante como si hubiera sido invocado por más de una generación!

Tan, tan, tan… Y acabó la misa. Les presento al señor Fe y a la señora Misterios. Unieron sus vidas especulando ser felices. Si a eso se le puede llamar felicidad. Porque él vivía en un ambiente maligno equivalente al monóxido. Su intuición le recomendó no ingresar a ese altar, pues podría terminar atrapado y mezclándose con la crueldad. No oía nada de nada cual hijo de la rebeldía, de puro terco terminó desposándose con la incógnita mujer. Nunca fueron enamorados, menos novios, ocurrió por cuestión de solidaridad del varón para con la mujer. 

Pasaron unos cuantos meses. La pareja dispareja vivía por el que dirá la gente. Había desamor en Misterios, pero mucho amor en Fe. Aquel vislumbraba un futuro con esperanza y adhesión. Su pareja murió, mejor dicho, desapareció en cuerpo y espíritu con un simple patatús. Literalmente, se esfumó Misterios, dejó la tierra un día lluvioso cuando la atmósfera estuvo cubierta con nubes negras y tronadoras.

Aun estando difunta, doña Misterios, las dificultades permanecían e iban en incremento. Fe resistía tratando de resolver solo aquella encrucijada. Tarde descubrió que Achiké siempre llenaba de maldad el ambiente familiar, además intentaba neutralizarlo o petrificarlo. El pobre hombre no pudo más. Decidió confiar su desgracia a una tercera persona. Vagabundeando dio con el barrio, la calle y la casa de doña Ilusiones, su primera y última esperanza. Toc, toc, toc…, llamó a la puerta de madera raída, carcomida por el tiempo y el moho.

Siii, contestó una voz amigable desde el interior.

Soy el ciudadano Fe, dijo en voz baja el cuasi viudo. Digámosle cuasi porque nunca sepultó el cuerpo de Misterios.

Pasa Fe, la puerta siempre está abierta, de día o de noche, en invierno o verano, en época de siembra o cosecha…

Hola Ilusiones, quiero descubrir la bondad, estoy cansado de vivir en medio de la crueldad. Laboro de sol a sol y nunca me alcanza el dinero ni la felicidad; trato bien al prójimo, empero me responden con energía negativa.

¡¡¡Basta!!! Conozco tu tragedia. Tu vida cambiará con esta bicicleta, te lo obsequio. ¡Cuídalo! puedes ir por caminos y caminejos. Cuando domines la bicicleta regresas para proponerte un ideal realizable. 

Nuestro amigo Fe salió desconcertado y con algo de confianza. Buscaba alegría, concordia, felicidad. Al fin y al cabo, decidió utilizar la bicicleta para hallar la brújula de su vida a través de la actividad física.

Manejando cultivó la paciencia y una carrera rutilante en el ciclismo, por ello, las visitas frecuentes reemplazaron a las esporádicas, pactando –con doña Ilusiones– cosas y actos encomiables. Pactaron tener un hijo espiritual, deberían nutrirlo cada día con propuestas innatas evitando discusiones o palabras incubadas en malevolencia. Saltaban obstáculos, querían terminar lo iniciado, continuaban construyendo, iban juntos, unidos soñaban, faltaba solo un paso… que nombre poner al místico hijo.

Puesta al corriente, Achiké, reaccionó con lo inconcebible. Regó perversidad de cabo a rabo en el barrio de doña Ilusiones, no contenta con eso, buscó aliados para multiplicar todo tipo de malicia.

Ilusiones pensaba, ¿qué malestar le he causado? Achiké (siniestra por donde la mirasen), trataba de destruir a Ilusiones y a su amigo Fe. Ilusiones creyendo en la bondad pidió terminar la obra para contrarrestar a la bruja perversa. Mientras tanto, Fe era incapaz de enfrentar o por lo menos lanzar una frase de repulsa, estaba imposibilitado de reaccionar por el manto maléfico que llevaba impuesto desde hace varios anuarios.

¡Ilusiones apártate! ¡Apártate Ilusiones! Estás jugando con fuego quemante. Tu amigo Fe está poseído, por eso, carece de voluntad para defenderte y defenderse, esto debe terminar –recomendó un Ángel mediador.

Ilusiones pensó… Mi amigo Fe carece de fe, paradojas de la vida, inclusive así le ayudaré a encontrar la felicidad.

El Ángel mediador insistió: La virtud escasea, la maldad está en el mundo ¡Sé que eres valiente! Camina Ilusiones, avanza sopesando las consecuencias.

Mientras cavilaba doña Ilusiones fue atacada salvajemente por la retaguardia. Los aliados de la malvada sepultaron el cuerpo. Achiké se posesionó del cuerpo y rostro de Ilusiones, así lograría un coloquio con el señor Fe, desgraciando su existencia.

¡Fe me devuelves la bicicleta!

¿Cómo? ¿No entiendo? ¿No me habías regalado la bici?

He reconsiderado mi decisión, extraño mi bici, habló cortante la bruja en cuerpo de doña Ilusiones. 

Eso me parece raro, cuando llegué a dominar la bici me propusiste crear nuestro hijo espiritual…

Luego mataremos a ese hijo espiritual, ya no quiero nada contigo…

Piedad doña Ilusiones o lo que pareces, te devolveré la bicicleta, te ayudaré destruir a nuestro espléndido hijo espléndido, antes complementa conmigo nuestras frases claves buriladas en anagrama:

Si digo ROMA, ¿qué me respondes?

Si menciono ABRIL, ¿cuál es vuestra respuesta?

Hubo silencio ruidoso por un eterno lapso. Achiké jamás pudo concluir dichas propuestas. Claro, ignoraba ese detalle porque doña Ilusiones y el señor Fe habían escrito dos anagramas (transposición de las letras de una palabra o sentencia), equivalentes a secreto de pareja, casi secreto de estado. La situación fue aprovechada por Fe para decir a todo pulmón:

¡Roma – amor! ¡¡Roma – amor!! ¡¡¡Roma – amor!!! 

¡Abril – libra! ¡¡Abril – birla!! ¡¡¡Abril – brial!!!

Achiké al escuchar las exclamaciones sufrió una perturbación generalizada y terminó exponiendo su cuerpo original, arcaico, nada agraciada. Murió y con ella la maldad se hizo polvo. Fe difunde la bondad en nombre de doña Ilusiones y de toda amistad sincera. 

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Tan, tan, tan… Y empezó la misa. Hoy será el matrimonio de doña Ilusiones y el señor Fe. Caiga toda la felicidad sobre ellos, han sufrido demasiado. Se casan en abril para recoger la cosecha de junio y celebrar en noviembre. Evidentemente, la luna de miel estará libre de hiel y será en las riberas del río más cercano a nuestra existencia. Tan, tan, tan… por doña Ilusiones y el amigo Fe. 

Dame la mano / mi digno hermano, / anda conmigo / te daré abrigo.

Habla adagio: La fe mueve montañas / y doña Ilusiones quiebra cizañas, / el señor Fe cultiva gobernanza / y lo hace desde boyante moranza.

Fuente: Osorio V. y otros (2010). Cuento contento, contento cuento. Huánuco, Perú: “Puchkando” Editores.

*“El Puchkador de la Nieve”

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29.12.2022

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