
Foto: Internet, referencial
Por: Fortunato Rodríguez y Masgo
Recorriendo las románticas calles de la histórica ciudad de Huánuco, enclavado dentro del territorio de los Chupachos, pueblo originario de esta parte del Perú, mes de agosto de los finales del año dos mil, camino contemplando hermosas casas de techos de tejas de arcilla a dos aguas, fachadas pintadas de blanco con sócalo ocre, robustas y añejas puertas como “zaguán” de madera cedro, ventanas con marco de madera, cuya malla de protección era de hierro fundido para resaltar la vivienda; muchas de estas moradas, son testigos mudos de la celebración de los bautizos de antaño; es momento; de recordar, y subir al tren de los recuerdos para revivir imaginariamente momentos inolvidables del ¡cebo padrino!
Allá, por los años 80, mes de mayo, llegó el cumpacho Zacarias, con cariño don Sacacho, procedente de Pachabamba a la casa de don Fillico Julca, ubicado en el jirón General Prado, una morada al estilo colonial de dos pisos, con paredes de tapial anchas cuyas fachadas de arcos terminaban en el suelo empedrado de lajas de la cantera del rio Higueras, contaba con jardín externo donde cultivaba hermosas flores, resaltando las incomparables rosas de color rojo, que se robaba suspiros de los visitantes y una huerta de arboles frutales que emanaba el olor a pacay, nísperos, palta y el aromático café, entre otros.
Don Sacacho trajo dos gallinas y un gallo de chacra bien “quipichado” en costalillo de harina y cuatro cuyes en canasta de carrizo tejido en Patay Rondos, una arroba de papita arenosa de las alturas de Churbamba en atado de manta de algodón silvestre de color negro tejido por su warmi Enriqueta, luego de saludar dijo: “Papay Fillico, aquí estoy trayendo un poco de mi cariño, por favor acepte, estoy acompañado de mi último hijo Tomas de 12 años de edad, él quiere ya bautizarse, por eso estoy aquí, para pedirle que sea su padrino” inmediatamente don Fillico expreso sua agradecimiento por la visita y manifestó ¡Sacacho! tu eres un hombre trabajador, siembras papa y crías tus animales en tu chacra, como no te voy a aceptar que sea tu compadre y padrino de tu hijo, inmediatamente brindaron shacta aguardiente de caña de azúcar, sellaron el compromiso de esta manera.
Papay Filliquito, el bautizo va ser el 29 de junio en la iglesia de Acomayo, después de la misa en honor a taita San Pedro, mi cholito Tomasito ya esta aprendiendo a rezar el padre nuestro, ave maría y el credo, su profesora le está enseñando cada sábado dijo Sacacho, al escuchar esto don Fillico manifestó: No te preocupes voy a hablar con el cura, para tener listo todo, será el 29 de junio, como tu dices, aprovechando la visita de tu “chiuchi” (niño), ordeno a Rebeca, la ama de casa, llevar a Tomas al sastre Cabrera en la plaza de armas, para que le confeccione su terno completo y vaya a la zapatería de don Bernardo Pizarro para que se mida el zapato de color negro y separe la correa; mientras tanto, los futuros compadres seguían festejando de forma antelada el bautizo del “chiuchi” Tomachito.
Los días pasaron, hasta que llego el 28 de junio, muy temprano tocaron la puerta de la vivienda de don Fillico en Acomayo, se presentó don Sacacho, trajo arreando un enorme chancho para la pachamanca y chicharrones, seis gallinas de chacra para el locro, dos sacos de papa arenosa, y una arroba de shacta para brindar por el compromiso, inmediatamente ordenaron que pase, y le señalaron el dormitorio donde se va a hospedar. En la tarde “pishtaron” (mataron) al cerdo, pelaron las gallinas, buscaron piedras en el rio y aderezaron la carne para que tome sabor y pagaron a la Pachamama, para que deje enterar la pachamanca y no se queme, en resumen, todo listo para el día central.
Ya el 29 de junio, desde las 6 horas, reventaron los cohetes, la campana repicaron, mientras la banda de músicos de Huánuco, entonaron huaynos del cancionero huanuqueño, todos apostados en la plaza de armas para estar presente en la santa misa en honor a San Pedro.
Así fue, lleno total en la iglesia, ya no había cabida para las personas, en las primeras bancas el mayordomo, las autoridades y los niños que van a ser bautizados, otros recibirán la confirmación o la primera comunión, mientras don Fillico al costado de Tomas, bien al pilche (vestido), con el cabello recortado en la peluquería de Shantaco Santamaria. Al final, se realizó el ansiado bautizo, el fotógrafo Mendoza, estuvo captando las principales imágenes para el recuerdo, quien fue contratado para tal ocasión.
Al salir de la iglesia el padrino Félix cogió de su bolsillo del pantalón, monedas de 10 y 20 céntimos para echar al aire en el tradicional ¡cebo padrino! Además, los caramelos abundaron como regalo a los niños presentes, quienes no se cansaron pedir ¡cebo padrino! ¡cebo padrino!
Luego, todos los invitados se trasladaron a la casa del compadre Fillico, acompañado de un conjunto musical compuesto de un arpa, violín, saxo y clarinete, quienes levantaban el espíritu del festejo al son de los cohetes que retumbaba al paso de los compadres con el ahijado Tomas bien al terno azul noche, zapatos becerro y pelo corto, totalmente desconocido se transformó en un niño citadino.
Casi al instante se lleno la casa, los invitados bien sentados en enormes bancas y robustas sillas de madera, las copas de shacta comenzó a circular, mientras las cocineras se esmeraban en preparar el almuerzo, ya los músicos entonaban lo mejor de su repertorio, los cumpachos levantando su poncho de lana de carnero zapateaban bien al yanqui de llanta de camión, sacaban chispa en el zapateo, la alegría se dispersaba entre los presentes, don Sacacho contento, conjuntamente con su familia brindaban, don Fillico conversaba, bailaba hasta cantaba hermosos yaraví del recuerdo.
Las horas transcurrían, ya en horas de la tarde el sabor inconfundible de la pachamanca se dispersó por el ambiente, todos esperaban su ración, mientras la shacta animaba la fiesta del bautizo, no tardo tanto, todos servidos como “mayordomo”, en plato ondo, con tremendas presas, hasta “cashcaban” el hueso y saboreaban el cascaron del chancho, de forma disimulada algunos se atrevían a pedir “yapita” (agregar) a la cocinera, previo enamoramiento para que afloje.
La fiesta continuaba los invitados bailaban al compás de arpa y violín, huaynos huanuqueños eran los preferidos. No se aceptaba temas musicales de otros lugares.
Hasta que llegó la noche, se sirvieron el locro de gallina de chacra a los presentes, todos ya borrachitos bailaban y cantaban hasta no poder. De esa manera, se festejó el bautizo del “chiuchi” Tomas hijo de don Sacacho, era de tes blanca, alto, de buen porte ojos azules, cada vez que tomaban shacta se ponía colorado, tenia el dejo bien marcado del huanuqueño.
Al final don Fillico agradeció a los presentes por acompañar a los compadres, y solicito a los músicos que interpreten el ayhuallá, como despedida, ya todos en el ruedo bailaban y otros hasta las lagrimas brotan en su rostro. De esta manera se festejaba el ¡cebo padrino! En nuestro Huánuco querido de ayer…Saludos a Juan Yonel Prudencio, quien radica en EE.UU.
Foto: D.R. referencial.