HUÁNUCO DEL AYER: sucesos de la Rebelión de Huánuco de 1812

Por Fortunato Rodríguez y Masgo

Tomando como referencia a la misiva enviado por el cura  español párroco de la Iglesia de Huariaca don Pedro Ángel de Yado, información remitida al Fray Bartolomé María de las Heras Arzobispo de Lima; por el cual, pone de conocimiento, en las ciudades de Huánuco y Panao se viene creando un clima de conflicto social a razón de la mala conducta de tres curas párrocos de las iglesias de Huánuco y Santa María del Valle, quienes con una ambición desmedida se vienen apropiando o  posesionando de fincas, inmuebles y grandes extensiones de terrenos de cultivo, luego entregaban para su administración a sus hermanas y sobrinas, causando justa protesta de la población en especial de los agraviados, quienes cuestionaron la conducta abusiva  de estos tres representantes del clero.

La prepotencia, la usurpación, el pillaje y la humillación exaspero la tranquilidad de los Chupachos y Panataguas, quienes continuamente protestaron por la vil actitud de los chapetones, quienes en el afán de hacer fortuna, oprimían a los indios y mestizos de las localidades de Huánuco y Panao, no existiendo autoridad alguna que imparta justicia a favor de los oprimidos, esto fue la causa para que se genere todo un movimiento reivindicativo.

Nombramiento de autoridades

Luego de cometer sus fechorías las familias acaudaladas, en especial de los curas, buscaron ser nombrados como representantes de la corona española en la Ciudad de los Caballeros de León de Huánuco, como por ejemplo subdelegados, alcaldes, regidores, coroneles, entre otros cargos, cuya finalidad era  cautelar o vigilar sus fechorías, y para que los agraviados no puedan reclamar sus derechos, menos enfrentarse a los chapetones quienes eran de origen europeo en especial españoles en prolongados juicios.

Por ejemplo, tenemos a don Pedro Antonio de Echegoyen, casado con la sobrina de un cura párroco, quien alcanzó ser nombrado como coronel de caballería y alcalde provincial, propietario de casas y fincas apropiadas indebidamente, además fue representante ante el Cabildo, fue un acaudalado y prepotente gracias a la fortuna del cura tío político.

Otro, el subdelegado don Diego García, casado con la hija del teniente asesor don Bartolomé de Bedoya, sobrina nieta de un cura de Huánuco, dueño de una incalculable fortuna, poseía el mayor número de mulas de carga, además de una tienda en la ciudad, cuando alguien se negaba pagar su deuda, inmediatamente era apresado y encarcelado, gozaba de poder.

Rebelión

Según Marissa Bazán Díaz, en su publicación de la Revista Ideele N° 297, abril 2021, quien expresa: “la rebelión se gestó gracias a la existencia de varias juntas secretas, las cuales en el documento se asocian a la participación en ella de indios, aunque en realidad involucró a otros grupos sociales como los curas fray Ignacio Villavicencio y Duran Martel, la familia Rodríguez, Antonio Espinoza (el limeño), entre otros”.

Prosigue: “Estas reuniones se hicieron en tiendas y casas, espacios políticos desde donde se organizó la rebelión”, y mediante un pronunciamiento del agustino Duran Martel, el 18 de febrero de 1812, quien convocó de la siguiente manera: “Amados hermanos nuestros; dense noticia a todos los pueblos con esta misma carta sin demora ni disculpa, para que todos estén aquí a las cuatro de la mañana a una misma hora bien animados con escopetas cargadas, ondas, flechas, sables, rejones, puñales, cuchillos, palos y piedras para acabar con los chapetones de un golpe…”.

La situación se exaspero, cuando la noche del 22 de febrero de 1812, aproximadamente a las 21 horas, momentos que el cielo huanuqueño brillaba de azul estrellado por la luna llena que alumbraba la oscura noche, irrumpiendo la tranquilidad apareció un mayordomo de una finca de la Dispensa, ubicado a dos leguas de distancia de la ciudad quien dio el aviso de la llegada “sorpresiva” de  un contingente de 500 indios chupachos y panataguas al mando del curaca indio Juan José Contreras quien organizó y dirigió la incursión, todos armados en su gran mayoría por garrotes, machetes, hondas y solo contaron con cuatro fusiles; casi de inmediato se establecieron en la margen derecha del rio Huallaga casi al ingreso al puente Huayaupampa, mientras los chapetones españoles en compañía de algunos lugareños se trasladaron hasta dicho puente impidiendo la entrada de los insurgente; para esto, se apostaron en la margen izquierda del rio, desde donde realizaron disparos con 20 fusiles, luego se desato un feroz enfrentamiento toda la noche, y la madrugada sin tregua alguna hasta las ocho horas del día siguiente 23, durante la refriega murieron algunos combatientes de ambos bandos, entre ellos el alférez español Agustín Pérez, quien trato de pasar el puente pero fue capturado, muerto a pedradas y palazos.

Ya en horas de la mañana, de pronto aparecieron centenares de indios de Panao, Acomayo, Pillao, Churbamba y zonas aledañas en la quebrada del cerro adyacente hacia al puente, desde donde descendieron haciendo vivas a la revolución; muerte a los chapetones, al ver esto, los españoles huyeron del lugar del enfrentamiento hacia la plaza de armas, desde donde se escaparon a Huariaca a buscar auxilio, esto permitió a los manifestantes cruzar el puente con toda libertad e ingresar por la Alameda a la ciudad.

Es ahí donde fueron alcanzados por don Domingo Berrospi, en compañía de sus hermanos Fernando y el fray Mariano de la orden misionera agustino, quienes les comunicaron que los españoles huyeron, y que no cometieran actos de pillaje.

Luego, don Domingo Berrospi fue designado como general de los sublevados, los indios buscaron a los españoles en especial al coronel Echegoyen, al subdelegado Domingo Fernández, como también al subdelegado de los panataguas Alfonso Mejorada para hacer justicia inmediata, pero estos se fugaron cobardemente, sus viviendas fueron destruidas, y para contener la ira de los combatientes el cura Moreno saco en procesión una imagen, y mediante el sermón pretendió apaciguar la terrible situación, no logrando su propósito, generando mayor violencia de los insurgentes.

Casi todo el día 23 de febrero, hasta el mediodía del 24 la ciudad estuvo en manos de los combatientes, hubo algunos desmanes violentos, saqueos, pero fueron controlados, los españoles huyeron con paradero desconocido, momento oportuno para que los representantes del Cabildo, como los curas y algunos vecinos notables se reunieron y acordaron formar un gobierno provisional para pacificar y resguardar, acordaron nombrar a don Domingo Berrospi como subdelegado interino para establecer el orden y la seguridad, mientras al anciano criollo José Crespo y Castillo, como general del ejército indio. (Continuara…)

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