HUÁNUCO DEL AYER: los quioscos de historietas “Mera” y de “Caramelo”

Por Fortunato Rodríguez Masgo

Alla por los años 60 al 90, en nuestra bella ciudad de Huánuco primaveral se establecieron dos quioscos donde te “encaletabas” (escondías) para no asistir a clases en el Colegio Leoncio Prado, mientras aprovechabas pasar horas de horas gozando de la lectura de revistas o historietas.

Uno era “Mera Mera”, que estuvo localizado en la parte exterior del Mercado Modelo, a un costado de la puerta de ingreso, a inmediaciones del Jr. Huánuco, y el otro en la plazuela de Santo Domingo, conducido por el popular “Caramelo”, exactamente al costado de la puerta de ingreso a lo que hoy es la Dirección de Cultura de Huánuco; Jr. Ayacucho.

En ambos establecimientos llegaban los “vaqueros”, con el afán de practicar la lectura veloz para que puedas tener tiempo de leer más revistas o historietas. Como también memorizar, con el propósito de relatar luego a tus amigos del barrio en las noches de encuentro.

Cuando llegabas tarde al colegio y encontrabas cerrado la puerta principal o no estabas dispuesto a asistir a clases, el refugio era el puesto de revista “Mera” del Sr. Sánchez o el quiosco de “Caramelo”, donde con las propinas alquilabas las historietas de Viruta y Capulina, La Bruja Hermelinda, Llanero Solitario, Sansón, Memin, Chanoc, Tarzán, Daniel El Travieso, Archi, Tribilin, La Pequeña Lulu, Batman, Superman, Capitán América, El Hombre Araña, Kaliman, Super Ratón, El Gato Félix, Fantomas, Condorito, El Increíble Hull, Archi, entre muchos otros.

El Sr. “Mera” estaba siempre atento a los movimientos de los asistentes a su quiosco de historietas, porque si pestañaba “el vaquero” se encaletaba (guardaba- escondía) la revista y desaparecía, para luego ser revendido entre los amigos de la cuadra.

El popular “Mera” Sánchez, era musico de profesión, trompetista de la banda de músicos “Los Pillko Mozos” de Huánuco, era de estatura baja, delgado, de tes blanca, bonachón, pícaro al hablar, muchos jóvenes de estatura alta y grueso congeniaban con él, cuyo dialogo era de doble sentido. 

A partir de las 10 a 11 de la mañana, te dabas un break, un pequeño descanso, inmediatamente solicitabas en la puerta del mercado: papita rellena con ají, acompañado de la refrescante chicha de jora, para apaciguar el hambre de tanto leer. Mientras el dueño del local te ofrecía budín con Gaseosa Huánuco.

Luego el “vaquero”, calculaba ya la hora que suene la campana de salida del colegio, de forma discreta se colocaba cerca al parque San Francisco, para unirse al grupo de alumnos y aparentar que salió de clases y caminar directamente a casa, donde le aguarda la mamá para servir un suculento almuerzo al “esforzado estudiante” que toda la mañana se sacrifico de asistir puntual a clases. Mientras otros buscaban cuadernos al día para transcribir el tema realizado y de esa manera estar preparado para la clase siguiente. Cabe señalar, si no encontrabas al alumno en el colegio, seguro le ubicabas en el quiosco de revista o nadando en la Oroyita del rio Huallaga. Estos lugares era los “aposentos” de los “vaqueros”, disculpe de los estudiantes. 

Leer Anterior

Quinceañera lleva siete días desaparecida

Leer Siguiente

Abogado de Karelim López: Ella nunca se reunió ni incriminó al presidente Castillo