HUÁNUCO DEL AYER: El cumpleaños de Afico

Por Fortunato Rodríguez y Masgo*

 

 

Continuamos viajando imaginariamente, llevando consigo el baúl de los recuerdos, quizás se encontró extraviado por los años transcurridos aquellas viejas “experiencias” vividos en la década del 70 con mi amigo Alfredo; cariñosamente Afico, mi compañero de clase del Colegio Leoncio Prado, quien vivió en aquel lugar paradisíaco de Higueras, muy cerca de Huánuco primaveral. Era una hermosa casita de campo construido con piedras del río Higueras, de adobe y tejas de arcilla de Punchao de color puca (sangre), piso de laja extraído del cerro, rodeado de árboles de guayaba, lúcuma, pacae y tunas, casi siempre bajo el aroma del café de huerta que tostaba constantemente la mamá de Afico, mientras su papá Fillico cortaba leña, cultivaba hortalizas, maíz y frijol, entre otros,

Es inolvidable aquel sábado 8 de noviembre de 1976, cuando Afico cumplió 18 años, a pocos días para culminar la secundaria. Sus padres organizaron para celebrar su cumpleaños, llegaron sus familiares y amigos a su morada; la fiesta comenzó en horas de la tarde del viernes 7. De pronto, sonó la orquesta compuesto de un solista, arpa, violín, saxo, clarinete y su batería; comenzó la jarana, el ambiente se envolvía de regocijo entre cigarros y aguardiente; así, transcurrieron las horas cantando, bailando, zapateando y bebiendo harto aguardiente.

Cayo la noche, se abrió el cielo oscuro plagado de inquietas estrellas relucientes que jugaban entre ellas, allá arriba, la oscuridad se ilumino por la bella luna que estaba llena de luz. Casi de inmediato corrió don Fillico para prender las lámparas “petromax” de kerosene y se iluminó la casa, mientras el clímax de la fiesta llegaba a su máximo, porque encarnaba el sentir de los “jaraneros” quienes daban rienda suelta a su sentimiento huanuqueño, se celebraba el cumpleaños bajo el embrujo de las costumbres de nuestra tierra huanuqueña…, tomando shacta y zapateando las mulisas, huaynos, vals, yaraví y la cashua hasta no poder caminar.

La noche de serenata brillaba de festejo bajo los acordes de los músicos que tocaban incansablemente, de rato en rato reventaban los cohetes preparado por don Amacho Visag que retumbaba los cerros, hasta hacía temblar el suelo, y se agitaba las cristalinas aguas del rio Higueras.

Mientras en la cocina desfilaban los platos de picante de cuy con papita amarilla y su zarza de ají colorado frito en olla de barro y a leña, se les invitaba a cada uno de los presentes, quienes comieron hasta los huesos; un poco más desaparecen el plato, estaban totalmente satisfechos por el exquisito mangar que ofrecieron en la cena.

Y cada vez que escuchamos la “danza de los negritos”, todos despertaban sus recuerdos con  alegría, como aquel niño que encontraba su melodía que lo hacía remecer, todos “jaraneros” salían al ruedo a bailar hasta de corochanos “improvisados” que brincaban con júbilo, luego en coro entonaron: “Huanuqueñita pretenciosa, tú nomas tienes la culpa para quererte mucho…” Uno que otro soltaba una lagrima cuando cantaron “Cuando Salí de mi tierra, de nadie me despedí huanuqueña, solo las flores del campo lloraron sangre por mí…” Sigue la fiesta, la orquesta interpreta “Amor Pañaco, amor sublime por ti yo vivo felicidad, tú me cobijas entre tus alas blancas y puras como la luz…” Cada vez la ronda de aguardiente se hacía más fluida entre los invitados, quienes tararearon la mulisa con mucho corazón “Cuando me vaya, cuando me ausente, tendrás presente de no llorar, porque tu llanto sirve de encanto capaz de muerto a resucitar …” Yunos que pedían el vals “Bajo el cielo Huanuqueño”, porque sentía fiel retrato de su soledad y tristeza, entre otras canciones.

Así se fueron las horas de la serenata, casi a la media noche se sirvieron un sustancioso caldo de gallina de chacra, con abundante papita harinosa y ají rocoto molido en batan de piedra, como si fuera arte de magia todos ya recuperados continuamos bailando.

Llegó la aurora, peri aún oscuro estaba alrededor, un lento frio se levantó como velo de escenario, lleno de neblina casi transparente, mientras unos dormían en la silla, otros zapateaban con la música; ya los gallos madrugadores comenzaron aletear y entonar sus canciones mañaneros, las aves trinaban agradeciendo a Dios por un nuevo día. De pronto rayó el amanecer, bajo el cielo primaveral, el sol despertó a los jaraneros y la mamá de Afico sirvió un caldo verde de papas, acompañado de su cafecito de huerta bien cargado, con pan de horno de leña preparado en casa. Además, en la mesa se ofreció chicharrones con mote y su zarza de cebolla con ají molido.

Luego de un breve receso, los invitados se refrescaron en el río Higueras unos que nadaban, otros chapaleaban. Nuevamente los cohetes rimbombaba la cañada del Higueras, preludio del ingreso de una peculiar banda de músicos, entonando la danza costumbrista de los Negritos de Huánuco, casi al instante revivió el ambiente de jarana y mucho gozo. Los “juergeros” entraron al ruedo y bailaron. Mientras el cumpleañero emocionado agradeció la presencia de sus invitados, se sirvieron muchas rondas de copones de aguardiente. Así, transcurrió las horas de la mañana, bailando hasta el almuerzo, que se sirvió pachamanca de chancho enterrado en tierra, acompañado de chichita de jora bien fermentada.

Ya en horas de la tarde, los “jaraneros” se despedían y agradecían la amabilidad de los padres de Afico, fue una celebración de un onomástico al estilo de nuestra tierra, con mucho sentimiento huanuqueño, donde se dio rienda suelta a nuestra música, con mucho sabor a nuestra exquisita comida y llevando un recuerdo por siempre las costumbres de nuestro Huánuco querido…

”Desde joven aprendí a amarte con pasión y sentimiento tierra añorada, donde me encuentro late cada momento mi corazón huanuqueño, aunque este lejos, siempre te siento tierra querida…muy pronto volveré para amarte más y más…aunque el destino no quiera…mi espíritu volverá para vivir eternamente dentro de tus encantos Huánuco primaveral..” (Foroma).

*Periodista, economista y abogado

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