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Por: Doris Cloud Jorge
A su memoria y con el permiso de quien ya partió y nos dejó un profundo vacío en quienes lo amamos, admiramos y con perfil bajo, celebrábamos sus creaciones literarias, me atrevo a contar pasajes de su vida que compartió en su andar y que algunos, sirvieron de inspiración para su producción literaria.
En conversaciones con mi padre que aún vivía y como en toda familia, las historias familiares siempre son tema de nuestras pláticas diarias, hay pasajes que se quedan en nuestra memoria y que solo quienes tienen ese don de elevar a un plano superior llamado literatura, lo plasman, para el deleite de quienes aman leer.
Como es de público conocimiento, él nace un 4 de febrero de 1941 en esta ciudad (Huánuco) y fue bautizado en la capital de Lima, ciudad a la que emigraron mis abuelos: Isidro Cloud Zevallos y Dolores Cortez Figueroa.
Ya en los años posteriores retornan a Huánuco, por el llamado del Dr. Benedetti quien era propietario de la hacienda de Colpa Baja quien buscaba cómo traer agua para construir su mini central hidroeléctrica para Huánuco y mi abuelo era conocedor de cómo hacer llegar agua a ese lugar porque conocía toda esa geografía y es así que se establecen en Altunquera, lugar donde mi abuelo compra unos campos eriazos que posteriormente se fueron transformando en terrenos productivos para el sustento familiar y a la vez ir construyendo el canal para conducir el líquido elemento. Para ese entonces el tío Andrés ya tenía 8 años.
Es allí, donde son matriculados en la Escuela Fiscal de San Sebastián de Quera, por los años de 1948 en adelante. Aproximadamente su lugar de residencia, allí fue de 5 años.
Desde que tengo uso de razón, recuerdo a mi padre contando muchos pasajes de lo vivido con su hermano y la que más recuerdo es que el abuelo los levantaba a las 4 o 5 de la madrugada para ayudar en las tareas propias del campo: como alimentar a los animales, regar, cultivar, cosechar, etc. Decía mi padre- Andrés, siempre se corría de hacer esas labores del campo, porque era el consentido de su mamá, era el más pequeño, él era flojo para hacer trabajo rudo del campo; labores rutinarias de todos los días antes de bajar a la escuela.
Andrés, era el más serio de todos los hermanos y el más callado decía mi padre, lo obligábamos a jugar futbol siempre de arquero; pero en un descuido, ya no estaba. Para jugar al trompo de vez en cuando y eso que en Quera había un trompero y nos daba barato porque él fabricaba trompos de los árboles de fruta.
Lo que le gustaba era recoger los “jipuchis” llamado el árbol de canicas naturales. Cuando Andrés aprendió a leer y escribir, iba fuera de casa recogía las “kekas “ (Silicato de magnesio) para escribir sobre todas las piedras de alrededor de la casa, no había ninguna piedra limpia hasta que la lluvia borraba y el carbón del fogón era para las paredes de la casa y cuando estaba en la mesa del comedor usaba su dedo índice y escribía en el aire. No hay duda que él nació para escribir, afirma mi padre.
El abuelo cuando venía a la ciudad de Huánuco regresaba a Altunquera llevando los periódicos de la época que eran como golosinas para el tío, se los leía todos. No había libros de la escuela y de la profesora que no hayan pasado por los ojos de él. Su dedicación temprana por la lectura y escritura lo llevaron a ser ese hijo literato predilecto de su Huánuco.
Posteriormente, dejan Altunquera en el año 1952 aproximadamente para establecerse aquí en Huánuco y concluir sus estudios primarios en el Centro Escolar de varones “Hermilio Valdizán” y su secundaria en la G.U.E. “Leoncio Prado”.Durante esos años de estudiante aquí en Huánuco, su lugar favorito para leer era el huerto de la casa, donde había árboles de níspero, chirimoya, lúcuma, etc. Que cada vez que lo buscaban para ir a comer, estaba allí, subido en un árbol, siempre con un libro o repasando sus cuadernos.
Posteriormente, su decisión fue estudiar en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, facultad de Educación. En los comentarios que hacían los catedráticos de dicha universidad, según narra la familia y lo corrobora mi padre es: “El huanuqueño va muy bien, es un excelente alumno, llegará lejos” llamaban a la abuela para felicitarla.
Gracias a mis primeros recuerdos, ya existía yo, y viene a mi memoria el “tío shaprón”, ya sabemos los huanuqueños que ese término lo utilizamos como palabras propias de la región para referirse a los barbudos. Y casi a punto de ser un profesional llegó al fundo cafetalero del abuelo en Cayumba para pedir que mi padre y mi tío Cástulo, lo acompañen porque iba a sustentar su tesis, luego de haber hecho sus prácticas preprofesionales en Ayacucho, evento al cual asistieron.
Surgen muchas anécdotas porque veíamos en él, un intelectual de primera dentro de nuestra familia, era el tío querido, amado, gracioso, bromista que buscaba que le narren historias en las muchas pláticas con mis padres, cuando compartíamos la casa donde vivimos con él. Recuerdo para ese entonces que su habitación estaba llena de libros y discos de 45 r.p.m, con músicas de protesta, recuerdo perfectamente “Quilapayun”, Ud. no es chicha ni limonada…era su disco favorito. Tenía admiración por el Che Guevara y otros políticos de esa época.
Llega el tiempo que ya casado, le dedicaba mucho tiempo a su hijo mayor Wilmer, era su niño adorado, recuerdo a las hermanas de mi madre, estudiantes de la universidad, que le ayudaban a cuidar de él (del niño) mientras mi tía trabajaba. Una de mis tías cuidaba con mucho cariño a su hijo, con la finalidad de que lo ayude en el curso en la universidad, pero sucedió que ella terminó jalada en su curso, entonces se comentaba en casa que era muy estricto en su trabajo y la sobonería, simplemente no lo aceptaba. Lo cual causó mucha gracia y a la vez darnos cuenta que era un profesional a carta cabal.
Llegaron posteriormente a ser compradres con mis padres y siempre mi madre que nació en Derrepente, tenía un sinnúmero de historias vividas, y en una y otra charla surgida de las interminables conversaciones con tía Luz, el tío Andrés y mi madre la famosa frase. “comadre Ud. debe acordarse” de tal o cual cosa y así seguía muchas más en una mesa enorme del comedor. Posteriormente nos fuimos enterando el porqué del nombre a su novela. Mi padre dice que eso fue la inspiración para ponerle título a una de sus obras.
Muchos recuerdos imborrables que regresan junto a mí, cuando se contaban que habían profanado unas tumbas preincas en Altunquera, el burro “Rogorrinri”, la paliza a su hermano Demetrio, Doña Tectrin y su huerto, el Ishparin, el baile de Amaco, los lavadores de oro, el alma de los arrieros, el sonso Guzmán, el chacchacoca Domitilo, la bruja fulana de tal,etc, etc.
Agradecer a todos ustedes, a nombre de mi familia quien me brinda la oportunidad de expresar este humilde homenaje a Andrés Cloud, nuestro legado familiar, con la anuencia de Omar Andrés y Yando sus hijos. Del mismo modo, añorando ver cumplido un libro que venía en camino, donde se estaba plasmando sus memorias, para ello venía recopilando datos con mi primo Raúl y mi padre Juan de Dios.
Cabe recalcar que se hace todo ello con la única intención de agradecer a Dios y a ustedes sus amigos, primero por haber permitido ser parte de nuestros lazos de sangre, segundo a ustedes por sus lazos literarios, el cariño y la admiración.
Muchas gracias.