
Por Jorge Chávez Hurtado
Se afirma que en Huánuco nació el primer mensajero culto del Yaraví
Huánuco tiene diferentes formas musicales, debidamente estudiados y fundamentados por tratadistas y musicólogos. Una de esas formas musicales es el yaraví, forma melódica que expresa dolor, quejas del alma embriagadas de notoria tristeza. Se asegura que en las primeras décadas del siglo XX se escuchaban, en nuestra ciudad, muchas canciones en la forma del yaraví, pero que se han perdido en la memoria colectiva, con algunas excepciones que han sido rescatadas gracias a la recopilación del insigne Daniel Alomía Robles.
El prócer huanuqueño Gabriel Aguilar Nalvarte, el primer mensajero culto del Yaraví en el Siglo XVIII
El periodista e historiador Aurelio Miró Quesada Sosa afirmaba: “El Yaraví es poesía o cantar en quechua y que se transforma en yaraví en Arequipa y que el poeta más relevante fue Mariano Melgar”. Es cierto que el yaraví alcanzó mayor presencia en Arequipa que en cualquier otra ciudad del país, sin embargo, tenemos suficientes fundamentos para dudar del lugar de su creación.
- En el Diario de Lima del 27 de julio de 1793, se publica un artículo que a la letra dice: “…en la ciudad de Huánuco, centro distinguido de españoles bajo la colonia en las reuniones festivas de su sociedad, se cantaban yaravíes tan patéticos que enternecen al más empedernido.
- José Varallanos: “En tiempos de la colonia adaptaban la música quechua para cantos religiosos”, esto facilitó la creación del yaraví. Efectivamente, con la influencia española y la llegada de instrumentos más completos como la guitarra, el arpa, el violín, etc., los temas incaicos tuvieron que evolucionar. Una evolución lógica fue la del harahui a yaraví.
- Esteban Pavletich, manifiesta que el prócer José Gabriel Aguilar Nalvarte (1773 -1805), se constituye en el primer mensajero culto del yaraví; mucho antes que lo hiciera Mariano Melgar (1790 – 1815).
Su melodía es lenta y con dramáticas pausas
El yaraví nace en un mundo de lamentos y melancolías profundas, sosegadas y de absoluta tristeza. Alguien diría que: “El yaraví es de melodía lenta con dramáticas pausas; sus cantos son verdaderos lamentos por la ausencia de un ser querido o por el brutal y despiadado abandono amoroso”. Es que el dolor y el yaraví parecen presentarse como sinónimos. Es irrebatible, entonces, la afirmación que el amor sumido en el abandono y sufrimiento es el tema constante de esta forma musical bien peruano y bien huanuqueño. El concepto más íntimo del yaraví está teñido, con creces, de las más agudas aflicciones, garantía inevitable de su intensidad creadora.
Características del Yaraví huanuqueño
En la Monografía de la Música Tradicional Huanuqueña, Gumersindo Atencia Ramírez y Arturo Caldas y Caballero afirman, con sólida fundamentación, que el yaraví es huanuqueño y, además, nos hablan de las características principales de este género musical:
- Es el resultado de la transculturización sufrida por el harahui en tiempos de la colonia (aunque Daniel Alomía Robles dice que existió el yaraví incaico).
- Es de carácter romántico, generalmente canta al amor no correspondido, la tristeza que expresa es enternecedora: desde luego no es bailable.
- Hay repetición de frases; puede ser con los mismos versos o con versos cambiados.
- Siempre presenta como fuga al chimayche.
- El momento del yaraví eran las serenatas y su acompañamiento generalmente con guitarras.
- Presenta una introducción instrumental relativamente corta.
- Entre verso y verso presenta un puente o nexo instrumental, como un comentario del verso que termina y preparación del siguiente.
OJITOS NEGROS
(Yaraví)
Canta: Centro Musical Huánuco
Ojitos negros de mi alma
contigo me andan celando. (Bis)
por qué me andas engañando
ay ingrata cruel traidora;
yo tengo quien me dé gusto
quien me dé gusto y no pena. (Bis)
Te amo con tanto delirio
que todo el mundo lo sabe. (Bis)
Si ha de ser para mi martirio
que se acabe en hora buena;
yo tengo quien me dé gusto
quien me dé gusto y no pena. (Bis)
FUGA
(Cashua)
Mi dulce huanuqueñita
dame algo de ti
o viviré sin vida
si vivo sin ti.(Bis)