El que no tiene de Palma que lea hasta tener calma

(Homenaje)

Por Víctor Raúl Osorio Alania*

Manuel Ricardo Palma Soriano «supo escuchar y observar a los suyos, también a las generaciones, aprendió a leer desde la realidad misma y así pudo plasmar “Tradiciones peruanas”; el esfuerzo (su esfuerzo), fue mayúsculo para restaurar la Biblioteca Nacional del Perú, esa tarea de hormiga dio resultados y nos permite conocer algo de la vivencia de nuestra nación» (VROA).

“El Bibliotecario Mendigo”, “El Padre de la Biblioteca Nacional” o “El Padre de la Tradición Peruana” nació el 7 de febrero de 1833, en la calle Puno de la ciudad de Lima, hijo de Pedro Palma, oriundo de Cajatambo y de Dominga Soriano, natural de Cañete. Fenece a los 86 años, el 6 de octubre de 1919, en Miraflores, Lima.

ANTECEDENTES. La RAE conceptúa el termino tradición a la elaboración de narraciones orales, fiestas o costumbres propias de un pueblo.

«¡Oh, mi señor don Darío Rubén!». Ante una mesa toda llena de papeles nuevos y viejos, viejos, sobre todo, estaba Ricardo Palma y me recibía con una amable sonrisa, que me daba ánimos, debajo de sus espesos y canosos bigotes retorcidos. ¡Figura simpática e interesante en verdad! Mediano de cuerpo, ágil a pesar de su gruesa carga de años, ojos brillantes que hablan y párpados movibles que subrayan, a veces, lo que dicen los ojos; rápido gesto de buen conversador, y palabra fácil y amena, ¡tal era el ogro! — «Oh, mi señor don Darío Rubén» … Así me saludó, así, poniendo el apellido primero y el nombre después, testimonio de Félix Rubén García Sarmiento o Rubén Darío (1867-1916), en “El Perú Ilustrado” (octubre de 1890).

Augusto Tamayo Vargas agrupa el aporte de Ricardo Palma, en tres vertientes: tradición estampa, tradición cuento y tradición palmista.

Cerro de Pasco está configurado de forma directa e inequívoca (como personaje y escenario) en cinco tradiciones: (a) Los amores de San Antonio, (b) Desdichas de Pirindín, (c) ¡Ijurra! ¡No hay que apurar la burra!, (d) El conde de la Topada, (e) Las barbas de Capistrano.

TRADICIONES

Los amores de San Antonio (1544)

¡Claro! ¿Qué van a saber ustedes dónde está Chaupi–Huaranga? No los haré penar en averiguarlo.

Chaupi–Huaranga es una aldehuela, en la circunscripción del departamento de Junín; y ella fue, allá por los tiempos de las guerras civiles entre pizarristas y almagristas, teatro de la tradición popular que hoy echo a correr cortes.

Mi abuela tiene un cabrito, / dice que lo matará, / del cuero hará un tamborcito, /

lo que suene… sonará.

Matrimonio feliz, si los hubo, era el de Antonio Catari y Magdalena Huanca, ambos descendientes de caciques.

Paráfrasis. Chaupiwaranga, en la fecha, distingue a la provincia “Daniel Alcides Carrión”, región Pasco. Asimismo, en Chacayán, perduran el apellido Wanka (Huanca) y el biotipo de raza blanca como San Antonio.

Desdichas de Pirindín (1750)

Tradicional es que cuando en el siglo pasado principió a explotarse la riqueza mineral del Cerro de Pasco, afluyó al asiento gran número de aventureros, entre los que se hallaba el diablo nada menos. Dice la tradición que el demonio fue allí por lana y salió trasquilado, porque se encontró con la horma de su zapato, esto es, con gente que sabía más que él y que le puso las peras a cuarto. Añaden las viejas que el Uñas largas guarda desde entonces tirria y murria por el Cerro de Pasco.

Glosa. Los hermanos Juan, Pedro y Antonio Izquieta propician las “Desdichas de Pirindín”. Juan era beodo empedernido, por algo decía: «A mala cama, colchón de vino». En tanto, Pedro y su amante hacen pasar momentos de hiel al presumido visitante, por último, Antonio arrojando dados hizo la vida a cubitos a su contendor del más allá.

¡Ijurra! ¡No hay que apurar la burra! (posiblemente 1790)

¿No saben ustedes quién fue Ijurra? ¡Pues es raro!

Don Manuel Fuentes Ijurra era por los años de 1790 el mozo más rico del Perú, como que poseía en el Cerro de Pasco una mina de plata, que durante quince años le produjo mil doscientos marcos por cajón. Aquello era de cortar a cincel.

Ijurra era de un feo subido de punto, tenía más fealdad que la que a un solo cristiano cumple y compete, realzada con su desgreño en el vestir. En cambio, era rumboso y gastador, siempre que sus larguezas dieran campo para que de él se hablara.

Comentario. Manuel Ijurra solo vive el momento cuando humilla al relojero, al comprar el reloj dejó la humildad por la altivez, no supo guardar pan para mayo (tiempo de las vacas flacas).

El conde de la Topada (1819)

Ni Rezabal, en sus lanzas y medias anatas, ni autor alguno de los que sobre títulos nobiliarios del Perú escribieron, hablan del conde de la Topada. Y sin embargo título fue éste [este] que existió en Lima, acordado, no por el rey, si no por la voluntad omnipotente del soberano llamado pueblo.

Jefe del bando contrario o popular era don Pío García, deudo del condesito, acaudalado minero del Cerro de Pasco y que gozaba de inmenso prestigio en el alto y bajo comercio.

Nota. La calle del Marqués languidece sombría en Cerro de Pasco, sin embargo, vivirá más siglos “El conde de la Topada” (Pío García), gracias al principado de Manuel Ricardo.

Las barbas de Capistrano

Muy gran devoto de nuestro padre San Francisco era, allá por los años de 1780, don Juan Capistrano Ronceros, rico minero de Pasco, avecindado en Lima. De más es decir que mensualmente contribuía con gruesa limosna para el culto del seráfico y que, por ende, los frailes lo trataban con mucho mimo, consideración y respeto.

Este don Juan Capistrano militó, en los tiempos del virrey Amat, entre los guardianes del fortín que, en las riberas del río Perené, se levantara para defender esa región de un ataque de indios salvajes, los que al cabo asaltaron el fortín con éxito para ellos.

Acotación. Los ancestros informan que en todo cadáver crecen uñas, pelo y barba, esta tradición refleja lo dicho: «es que al muerto le habían crecido las barbas y que éstas [estas] le llegaban hasta la cintura».

CULMEN. Ricardo Palma viaja con las “Tradiciones peruanas” de siglo a milenio, alude a lugares y personajes con la chispa de auténtico y sutil dicharachero, su valía recae en quienes lo leen y comprenden. Mi mente decodifica desde pregrado: «en una tradición no todo es verdad ni todo es mentira». Y remato, glosando: «El que no tiene de Palma / que lea hasta tener calma».

*“El Puchkador de la Nieve”

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09.02.2023

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