El cielo llatino se viste de luto: Arturo Reyes Rosales, el “Jilguero de Llata”, nos deja

Por: Jorge Chávez Hurtado

En las melodías que acariciaban el alma, en los acordes que narraban historias de la tierra, encontrábamos la esencia pura de la música andina. El ícono de la música llatina, Arturo Reyes Rosales, conocido artísticamente como “Jilguero de Llata”, ha trascendido a la eternidad el lunes 03 de junio a la edad de 89 años.

Su partida deja un eco de tristeza en el corazón de aquellos que apreciaron su arte y su legado. Nacido el 22 de diciembre de 1934 en el idílico fundo de Racrish, Llata, Huamalíes, Arturo Reyes Rosales, desde sus humildes inicios en la Escuela Guasha N° 386 de Llata, demostró que la verdadera universidad de la vida es aquella que se forja con pasión y talento. Su voz, su guitarra y su inigualable interpretación conquistaron escenarios nacionales e internacionales, llevando consigo la riqueza cultural de la música andina a cada rincón que pisaba.

Sus biógrafos aseguran que 172 canciones honran su arte en discos elepé de vinilo, casete, discos compactos, DVD, MP3 y MP4.

A lo largo de su vida, Arturo Reyes Rosales cosechó no solo éxitos musicales, sino también el cariño y el reconocimiento de aquellos que valoraban su arte. Sus composiciones, inmortales como el tiempo mismo, como “Treinta leguas”, “Escribiré tu nombre”, “Serenata Latina”, “Una rosa colorada”, “Toril llatino”, “Por aquella falda”,  “Una rosa colorada”, “Juego de faldas”, “Paloma Blanca”, “Blanca como la nieve”, “Suegra interesada”, “Virgencita de Llata”, “Recuerdos de madre”, “Pukutay”, “Coliflorcito”, “Ciertas razones”, “Pipis Mayasunsu”, “Plaza de Vichón” y muchas otras, seguirán resonando en los corazones de quienes aman la música andina.

Más allá de las notas musicales, Arturo Reyes Rosales fue un deportista destacado, un arquero excepcional que brilló en los campos de juego y un campeón con el Club Aurora de Llata. Su vida estuvo marcada por la pasión, el esfuerzo y la dedicación, valores que se reflejaron tanto en su carrera deportiva como en su trayectoria musical.

Los reconocimientos y honores que recibió en vida, desde una calle con su nombre en Huarocondo, Anta, Cuzco, hasta distinciones de entidades culturales y gubernamentales, son testamento de la huella imborrable que dejó en la historia de la música andina. En agosto del 2013 fue reconocido, por el Ministerio de Cultura, como “Personalidad Meritoria de la Cultura”. En junio de 2016, la Escuela Nacional del Folklore “José María Arguedas”, Lima, lo distingue como artista destacado en la música andina. La Municipalidad Provincial de Huamalíes, con resolución de alcaldía, le hizo entrega de una placa recordatoria. El Congreso de la República le concedió una pensión de gracia por su contribución con el desarrollo cultural en el país. El Comité Promotor de la Identidad Cultural Huanuqueña le hizo un reconocimiento y homenaje especial como motivo del Día de la Canción Huanuqueña.

Su legado perdurará en el tiempo, recordándonos que la verdadera grandeza se encuentra en el amor por el arte y en la capacidad de tocar los corazones con cada melodía.

Hoy, despedimos a un maestro, a un artista inigualable, pero su música, su pasión y su espíritu vivirán eternamente en cada acorde, en cada estrofa, en cada suspiro de la naturaleza que él supo capturar en sus composiciones. Que el “Jilguero de Llata” descanse en paz, y que su obra siga iluminando el camino de aquellos que aman y valoran la música andina.

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