Don Luchito y la campana

Por: Fortunato Rodríguez y Masgo*

 

La tarde pronto culminará, fluye un tufo de viento medio friolento, proveniente de la quebrada de Puelles; desde donde, el ventaron levanta una nube de polvareda; es un torbellino de tierra, alza lo que encuentra en su caminar por las estrechas callecitas de nuestro Huánuco querido de antaño, generando indignación a los vecinos; en especial a los comerciantes, quienes ven su mercadería totalmente empolvada, solo quedaba resignación; porque así, es la tarde huanuqueña y así lo quiso taita Dios.

Es oportuno recordar, el Dr. Juan Ponce Vidal (abogado), quien en vida fue candidato a la alcaldía de Huánuco, propuso arborizar la temible quebrada de Puelles, con arboles nativos, alternando con guarangos, cabuya y maguey, plantas resistentes a la sequía, cuyas raíces eran profundas y prolongadas, porque dicho sector carecía de agua durante la temporada de verano o vaciante del rio Huallaga. De esta manera, controlar al enloquecido viento de la tarde y frenar los huaicos que se precipitaba por la microcuenca de Puelles, debido a las torrenciales lluvias de los meses de octubre hasta marzo del año siguiente, causando deslizamiento de lodo, rocas y sedimentos, por ser un terreno de pendiente pronunciada, arrasando con todo lo que encuentra, llegando incluso hasta la orilla del rio Huallaga. “Es una quebrada traicionera, en cualquier momento se descontrola y causa estragos, desgracia, cuantas veces vino con tremendo huaico, llegando al Huallaga, hasta lo hizo rebalsar, los peces se salieron, estaban tirados en el Malecón” dijo don Epifanio Zevallos, viejo vecino de la Alameda.

En el crepúsculo del día, transita por los románticos y añejos jirones de nuestro Huánuco primaveral, el inconfundible aroma de café de huerta pasado en coladera de tela, sobre la mesa tendido está el mantel blanco bordado de flores y sobre ella, el exquisito pan de piso horneado en horno de leña de eucalipto, siempre acompañado del queso de Baños o chicharrón de chancho de coral, con mote pelado.

El atardecer huanuqueño traía consigo el lonche, la familia cómodamente sentada en el comedor disfrutando del cafecito, minutos después se iniciaba la tertulia, todos los integrantes de la familia opinaban, menos los chiuchis (niños) ellos solo escuchaban. De esa manera se transmitían los hechos, cuentos, mitos y leyendas de nuestro pueblo.

En una oportunidad se toco hablar de don Luchito, fue un personaje de nuestro Huánuco del ayer, quien a diario tránsito por nuestra tradicional ciudad vestido de terno sastre, cuyo zapato era 45 quizás, para las malas lenguas decían “zapatón”, llevando consigo un “cartapacio” de documentos tipeados en maquina de escribir; muchas de ellas, eran escritos presentados al juzgado, sustentado con normas legales y leyes, pidiendo justicia a favor de su “cliente”, no era abogado, menos un jurisconsulto, solo un “tinterillo” para sus enemigos mal hablados. Casi siempre estaba ahí en el palacio de justicia, tocando la puerta del despacho del juez Sancochado, para solicitar “un favorcito” para su “familiar”, no salía sino no era atendido. Conoció el teje y maneje del poder judicial, porque ahí trabajo años atrás.

Don Luchito, una mañana llego a la fotocopiadora de Pepito Álvarez, trayendo consigo un maletín de mano y dentro de ella portaba cartas recibidas de grandes personalidades del mundo, una de ellas era del Papa, quien lo remitió desde el Vaticano, estaba el sobre con las estampillas y el papel sellado de la santa sede, era impactante ver el sello papal. Otra, era de Juan Domingo Perón presidente de Argentina, tres veces elegido, es el fundador del peronismo, fue el primer presidente electo por sufragio universal masculino y femenino. También figuraba la misiva del presidente de México, el sobre era hermoso por las características de las estampillas y su escudo nacional a colores. Tenia un escrito de Víctor Raúl Haya de la Torre y Fernando Belaunde Terry, entre otros. Era para no creer, don Lucho se comunicaba con personajes de la alta esfera mundial. No se sabe el destino de estas cartas, luego del fallecimiento de este añejo personaje de nuestro Huánuco querido del ayer.

Don Luchito, llamado también “la campana” por sus enemigos acérrimos del colegio Leoncio Prado, algunos al verle caminar solitario por la plaza de armas o jirones adyacentes a voz viva le gritaban ¡don Luchito!  ¿la campana!? de inmediato reaccionaba mentado a la madre y les sindicaba ¡seguro son los maricones del Leoncio Prado! Quienes me “insultan”.

Como antecedente podemos señalar, don Lucho era un critico del obispo Ignacio, quien cuestionaba la demolición de la catedral y le sindicaba que se había “robado” la campana “María Angola” de oro para venderla y con esa plata vive como rey hoy, es un desgraciado nos dejó sin campana.

Casi siempre se le encontraba conversando entre sus amigos, el tema de la campana. No falto alguien dijo ¡don Luchito! y ¿la campana? Esto le enfureció y comenzó a “corretearlo” a pedradas por tal ofensa recibida, a partir de ese momento se quedo con el apelativo ¡la campana!

No podían verse entre los alumnos del colegio Leoncio Prado y don Luchito, porque explosionaba el ambiente, pobre aquel upa (tonto-ingenuo), caminaba distraído cerca a don Lucho al momento de escuchar ¡pogla! o don Luchito ¡la campana! recibía un sopapo (cachetada) en la cara (fuerte golpe con la mano en el rostro) propinado por el ofendido, quien reaccionaba de esa manera, porque consideraba ofensa mortal lo dicho; muchas veces, solía retar a trompearse a puño limpio, pero no se presentaba el provocador, quien huía a toda carrera con destino desconocido.

El apelativo de pogla ha trascendido hasta el día de hoy, a los nietos y bisnietos de don Luchito, a quienes también se les conocen en el centro educativo o en el barrio como los ¡poglitas!, ya se acostumbraron a lo dicho, es una herencia que a diario cargan en su mochila de los recuerdos; a pesar haber transcurrido mas de 50 años, sigue en presente ¡don Luchito y la campana!

Este hecho se suscitó a finales de los años 60, todo el 70 y 80, en nuestro Huánuco de antaño, los protagonistas eran don Luchito y los jovenzuelos del colegio Leoncio Prado, quienes guardan recuerdos hasta el día de hoy y algunos por haber recibido un sopapo por upa.

 

*Escritor, economista y abogado. E-mail: rodriguezmasgo@gmail.com Celular: 964759237.

Fotos: D.R. referencial.

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