Por: Jorge Chávez Hurtado
En el corazón de la selva peruana, una danza ancestral renace para contar la historia de los Tulumayos, una tribu originaria cuya riqueza cultural y simbología estaban a punto de perderse en el tiempo. Gracias al arduo trabajo de investigación y recopilación encabezado por los destacados docentes, investigadores y cultores Prof. Sergio Guillén Leyva y Jaime Salazar Ponce, junto al CPC Julio Pinedo Reátegui, esta tradición ha sido rescatada y puesta en valor. Este esfuerzo ha sido respaldado por el gobierno local, liderado por la alcaldesa de Luyando, CPC Irene Salas Salas, quien ha impulsado proyectos para revitalizar esta expresión cultural.
En conversación con Jaime Salazar Ponce, una de las figuras clave en este proceso, se pudo comprender la profundidad histórica, ecológica y cultural de la danza de los Tulumayos. Salazar destacó los significados que encierra esta manifestación artística y explicó los esfuerzos para lograr que sea declarada Patrimonio Cultural de la Nación. Este reconocimiento no solo buscaría salvaguardar este legado, sino también fortalecer el sentido de identidad y orgullo entre las comunidades locales.
Simbología y Lenguaje: el alma de los Tulumayos
La iconografía de los Tulumayos refleja su profunda conexión con la naturaleza y su cosmovisión. Durante épocas de paz, los miembros de la tribu pintaban su cuerpo con huito, mientras que en tiempos de guerra utilizaban achiote, trazando líneas en forma de triple «V» en sus rostros, brazos y piernas. Los triángulos que usaban en sus representaciones tenían significados opuestos pero complementarios: con la punta hacia arriba, simbolizaban fortaleza y ascenso; hacia abajo, evocaban equilibrio y cambio.
La lengua principal de los Tulumayos era el Cholón, también conocido como tinganés, una de las joyas lingüísticas de la selva. Este idioma, que ellos mismos denominaban Seeptsá, no solo facilitaba la comunicación con otras tribus, sino que era un vehículo de su rica tradición oral y espiritualidad.
Arte, danzas y espiritualidad
El arte Tulumayo se manifestaba a través de la cerámica decorada con símbolos que representaban su cosmovisión. Estas piezas no solo eran funcionales, sino también rituales, empleadas en ceremonias y expresiones artísticas. La danza, por su parte, ocupaba un lugar central en la vida espiritual de esta tribu. Entre las más destacadas se encuentra la «Danza en homenaje al nacimiento de la diosa del fuego», realizada durante la noche más larga del año, y la «Ceremonia al dios Apuyacu», dedicada al guardián de las aguas. También celebraban la «Fiesta de la Abundancia», una festividad alegre que agradecía a la tierra por sus frutos.
Un legado vivo
A pesar del paso del tiempo, la herencia de los Tulumayos sigue viva. Sus conocimientos sobre el medio ambiente y la sostenibilidad se reflejan en técnicas de pesca como la huaca, y su medicina tradicional continúa siendo fuente de sabiduría para las comunidades actuales. Además, sus valores comunitarios, narrativas orales y respeto por la naturaleza siguen siendo pilares de la vida en las comunidades descendientes.
El camino hacia el reconocimiento
Los esfuerzos por revitalizar la cultura de los Tulumayos no se detienen en la investigación. Actualmente, se están desarrollando proyectos turísticos en el centro poblado Ricardo Palma, en el kilómetro 51, con el objetivo de promover esta herencia cultural. Paralelamente, se busca obtener el reconocimiento oficial de la danza de los Tulumayos como Patrimonio Cultural de la Nación, un proceso que fortalecerá la identidad cultural y atraerá una mayor valoración de este legado ancestral.
El rescate de los Tulumayos es más que un acto de preservación cultural; es un homenaje a la memoria colectiva de un pueblo que vivió en armonía con la naturaleza y que, hoy, a través de sus símbolos, danzas y creencias, nos invita a redescubrir nuestras raíces. La labor de Sergio Guillén Leyva y Jaime Salazar Ponce, quienes con pasión y dedicación han asumido el rol de guardianes de esta tradición, es un ejemplo de cómo la educación y la investigación pueden convertirse en un puente hacia la recuperación de nuestro pasado cultural.