Chinchao y la cosecha de café en antaño

Por: Fortunato Rodríguez y Masgo.

Hoy sábado del mes de abril de los años 60, en la ciudad primaveral de Huánuco, el sol está radiante, y casi taimado camina como Chalaquito en la inmensa sabana del cielo azul, allí donde vive el taita Dios. Don Shipico Figueroa y dos amigos más, subieron al camión mixto San Pedrito, un Ford moderno, con destino a Acomayo (Chinchao), se persignaron hasta tres veces, doña Alicha fue hasta el paradero para despedir a su amado Shipiquito.

El viaje demandó “apenitas” tres horas, gracias a la carretera afirmada sin asfaltar, el fluido del tránsito en el camino estuvo bien concurrido por los camioneros quienes con sus pesados camiones trepaban el cerro de Carpish con destino hacia la misteriosa montaña de Pucallpa, transportando a los obreros para la chacra, alimentos, hasta animales para degollar.

Don Shipico y sus amigos casi al medio día llegaron a la casa de su Compacho Fillico Julca localizado en el centro de Acomayo, uno de los grandes productores y acopiadores de café. De inmediato, eran conducidos a la sala de la casa hacienda, inmensa propiedad con su huerta de frutales y un hermoso jardín, donde sobresalía las delicadas rosas; “más allácito”, sobresalía su horno de pan a leña. De pronto, como tropa entraron burros, mulas y caballos cargados de sacos de café. Sus arrieros al frente como sargento, daban órdenes a viva voz a las acémilas, quienes obedientes se pararon al escuchar: ¡descanso! De inmediato los obreros de la casa descargaron y apilonaron los quintales de café en el inmenso deposito.

Don Filliquito, contento por su carga de café, saco una botella de shacta para brindar con sus ilustres visitantes; al toque, ordeno traer el tocadisco portátil “Philips” a pilas. Mientras un mandado fue a notificar a la cocinera de la familia, que prepare un suculento almuerzo, porque el patrón tiene visita importante.

Doña Paulita, encargada de la cocina, preparó un sustancioso caldito de gallina de chacra, acompañado de un delicioso picante de cuy con papa arenosa, mote y ajicito molido en batán. Ya la mesa estaba servida en el comedor, los presentes comenzaron a disgustar la inconfundible comida huanuqueña, era una delicia hecha a fuego de leña, y para terminar sirvieron jarrones de chicha de jora. Realmente, los comensales quedaron satisfechos, almorzaron como “mayordomos”.

Luego, retornaron a la sala de la casona, donde se inició una tertulia amena e interesante, una vez más don Fillico puntualizó: “Chinchao es la cuna del café peruano, aquí por primera vez se sembró entre los años 1740 a 1750 y se cosecho el café, gracias a un misionero franciscano quien trajo desde el Ecuador para sembrar en la montaña de esta tierra bendita. Posterior llevaron a Chanchamayo, Tingo María y otros lugares para sembrar”.

“La montaña de Chinchao desde los 1,200 metros de altitud en sus tres diferentes pisos ecológicos se siembra el café, tenemos buena tierra y su clima es propicia, meses antes se inicia con el proceso del roso del terreno, luego la siembra, posteriormente desde febrero se inicia la campaña de la cosecha, prosigue marzo, abril hasta puede prolongarse hasta agosto, en algunos sitios”.

“Para la campaña del café, llegan centenares de obreros o jornaleros para la cosecha, son traídos desde Panao y de la sierra de Dos de Mayo mediante “enganche”; es decir, son contratados meses antes en sus pueblos, se les da adelanto en dinero o mercadería, durante el año van pidiendo a la tienda de abarrotes de su enganchador, provisiones para su alimentación, como también su vestimenta, ya en el tiempo para recoger el grano verde cafetalero son reclutados o reunidos, luego trasladados hasta Acomayo; desde ahí, pasan a la montaña de Chinchao, donde trabajan en diferente fundos recolectando café hasta terminar su contrato, luego son retornados a su tierra natal en camiones mixtos, meses después están a la espera de nuevos compromisos”, dijo el cafetalero Fillico.

“Se cosecha entre 13 a 15 quintales de café por cuadra, luego entra a un proceso de maceración en cajones de madera, se lava y se saca la cascara, posterior se tiende en tendales para el secado bajo sol, se tiene tener mucho cuidado con la humedad, porque puede contraer hongos, ya en granos se encostala para ser trasladado hasta Lima”.

 “Para transportar el café y sacar desde la montaña por camino de herradura; es bien pesado en tiempo de invierno, porque llueve todo el tiempo, gracias que tenemos burros, caballos y buenas mulas, que soportan el trajín podemos acopiar, muchos demoran días de camino para llegar hasta Acomayo, donde se vende al mejor postor, el cafetalero ya tiene comprometido su cosecha, porque recibieron adelanto durante el año”, sostuvo el añejo Fillico.

“El café entrega miles de miles de soles a los cafetaleros y a los acopiadores, gracias a la producción cafetalera, el distrito de Chinchao vive y crece. En la temporada de cosecha llegan cientos de jornaleros para trabajar en las chacras. En Acomayo están localizadas tremendas tiendas, donde venden de todo, se mueve gran cantidad de dinero, los acopiadores de Café tienen grandes almacenes y camiones modernos Ford para trasladar café directamente hasta Lima, donde comercializan con los exportadores”, puntualizó el Sr. Julca.

Ya casi finalizando el día, los visitantes retornaron a Huánuco en una camioneta que les facilito don Fillico, trajeron consigo cada uno una arroba de café. De esta manera, Don Shipico y sus amigos supieron como es la cosecha y el proceso de café en Chinchao.

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