‘Cariñito mío’, de Pepe Zevallos: la herida que canta, el corazón que nunca olvida

Por: Jorge Chávez Hurtado

 

En 1977, cuando Huánuco, ciudad tendida en su valle luminoso, a la sombra de sus tres cerros guardianes —Marabamba, Rondos y San Cristóbal— y a las puertas del mundo amazónico tras los misterios de Carpish, escuchaba todavía el murmullo del Huallaga como un canto de ternura, nació una joya musical que marcaría para siempre su identidad.

El Centro Musical Melodía Huanuqueña, bajo la dirección del maestro Gumersindo Atencia Ramírez, reunió a una constelación de talentos: Wilde Palomino Ánderson, José Zevallos Ramos, Ubaldo Fernández Fiestas, Lolo Villanueva, Elizabeth Palomino, Elisa López y Noemí López. De aquella conjunción surgió un huayno que no solo se cantó, sino que se quedó a vivir en la memoria de los huanuqueños: “Cariñito mío”, con letra y música del gran José Zevallos Ramos, nuestro entrañable Pepe Zevallos.

 

El huayno de la herida que no se cierra

“Cariñito mío que me ilusionaste, robándome el alma en noches de luna…”, Desde la primera estrofa, la canción se abre como un reclamo íntimo, pero a la vez colectivo. El amante herido escribe el nombre de su amada “con letras de sangre en aquella roca donde brota el agua”: metáfora que nos habla de la fuerza y el dramatismo del amor andino, que no se borra en papel, sino que se incrusta en piedra.

La evocación de aquella tarde de otoño recogiendo flores se eleva como un símbolo de lo irrepetible. Es el Huánuco de antaño quien canta: un valle que florece sin cesar, pero que comprende que ninguna estación regresa idéntica, y que la ternura, a veces, es apenas un instante perdido.

La fuga es el desgarramiento final: “Aunque me niegues, aunque me odies, yo seré tu amante fiel hasta la muerte”. Es un juramento imposible y, sin embargo, verdadero. La fidelidad se mantiene incluso frente al odio, la distancia y la muerte. Ese es el sello de esta canción huanuqueña: cantar entre lágrimas, bailar con el corazón herido, amar incluso en el abandono.

 

Voces de mujer, alma de un pueblo

La interpretación de Elizabeth Palomino y Elisa López convirtió la letra en una plegaria hecha canto. Sus voces fueron río y viento, ternura y filo, llevando la poesía de Zevallos hacia lo eterno. Allí, el huayno dejó de ser solo música: fue la confesión de un pueblo que aprendió a amar y a sufrir sin ocultar las lágrimas.

Por eso, más de tres décadas después —entre 2007 y 2015— la Orquesta Show La Solución y el Coro Misericordiano devolvieron vida al tema en nuevas versiones. Porque ‘Cariñito mío’ ya no pertenece solo a Pepe Zevallos ni al Centro Musical Melodía Huanuqueña: ahora es patrimonio de Huánuco entero, de su memoria colectiva y de su identidad más profunda.

 

La inmortalidad de Pepe Zevallos

Con este tema, Pepe Zevallos se ungió como un compositor que no se mide por modas, sino por eternidad. Supo arrancar de la herida un canto que aún hoy, en cada aniversario, en cada serenata, en cada jarana o despedida, nos hace cerrar los ojos para escuchar no solo la música, sino nuestra propia historia.

 

El andar del maestro

Hoy veo al maestro caminar con un bastón que se convierte en compañero de su resistencia. La artrosis ha querido doblegarlo, pero no ha podido apagar la luz que arde en sus ojos ni la memoria que lleva en el pecho. Cuando lo encontramos, los que hacemos periodismo cultural sentimos que hablamos con un sobreviviente de la música huanuqueña, un guardián de melodías que todavía nos regala fragmentos de su historia. Y es imposible no quebrarse: porque cada palabra suya parece dicha como quien entrega un testamento de amor a su tierra, porque sabemos que su cuerpo se fatiga, pero su espíritu sigue siendo gigante. Pepe Zevallos camina despacio, sí, pero en cada paso arrastra la dignidad de un pueblo entero. Mirarlo es entender que “Cariñito mío” no fue solo una canción: fue su manera de entregarnos el corazón, sangrante y eterno, para que Huánuco nunca se quede sin voz.

 

El llanto que une

Al sonar Cariñito mío, a través de nuestro programa ‘De Cantos, Calles y Campos’ en radio UNHEVAL, los huanuqueños —amantes, oyentes y seguidores de la música huanuqueña—, estén en Huánuco o en cualquier rincón del Perú y del mundo, sienten cómo el valle renace en su memoria: las calles, el sol diáfano, los cerros tutelares que custodian la ciudad, todo vuelve a latir en su corazón. En ese instante, la canción no solo se escucha: se revive, se llora y se abraza como una memoria que jamás se apaga.

Cariñito mío

Cantan: Elizabeth Palomino y Elisa López
Con el Centro Musical Melodía Huanuqueña
Autor: Pepe Zevallos

Cariñito mío, que me ilusionaste,
Cariñito mío, que me ilusionaste,
robándome el alma en noches de luna,
robándome el alma en noches de luna.

En aquella roca donde brota el agua,
en aquella roca donde brota el agua,
escribí tu nombre con letras de sangre,
escribí tu nombre con letras de sangre.

Yo nunca me olvido la tarde de otoño,
yo nunca me olvido la tarde de otoño,
cuando los dos juntos flores recogimos,
cuando los dos juntos flores recogimos.

Aunque yo recorra caminos lejanos,
aunque yo recorra caminos lejanos,
por siempre en mi pecho vivirá tu imagen,
por siempre en mi pecho vivirá tu imagen.

 

Fuga
Aunque me niegues, aunque me odies,
yo seré tu amante fiel hasta la muerte.
Aunque me niegues, aunque me odies,
yo seré tu amante fiel hasta la muerte. (bis)

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