¿Adiós a las memorias USB y bienvenida la nube?

Los expertos recomiendan usar la nube para un teletrabajo más eficiente
La memoria USB (Universal Serial Bus) es quizá uno de los dispositivos modernos que más hemos usado. Lleva casi 20 años sacándonos de apuros desde que desterró a los disquetes. Los hemos visto en cientos de formas y colores. Pero ahora que el confinamiento nos ha forzado a hacer una acelerada actualización digital en nuestra vida laboral y personal, nos preguntamos si este pequeño aliado perderá fuerza o desaparecerá tras la pandemia del coronavirus.

Detrás de la amenaza de su fin, está el almacenamiento en la nube, donde las omnipresentes Google y Microsoft van ganando terreno al ofrecer un servicio con espacio “infinito” -como un mega disco duro, pero en la internet- que es el articulador de una plataforma donde convergen: el correo electrónico, los documentos de office, las presentaciones tipo PPTs, los programas de videoconferencia, el calendario de actividades, el traductor, el archivo de fotos, entre otras herramientas digitales necesarias en la vida digital actual.

Así, el almacenamiento de información en estos servicios (como el Drive de Google o OneDrive de Microsoft), nos permite compartir archivos o hacer uso simultáneo de esas herramientas con quien queramos en cualquier parte del mundo, con apenas unos cuantos clics.

La otra ventaja de la nube, es que todo este bufé digital es gratuito hasta 15 GB, salvo que se requiera una mayor capacidad. En tal caso, el costo es razonable, unos 100 GB por S/ 65 anuales ó 200 GB por S/ 99 anuales, por ejemplo.

En diálogo con la agencia Andina, Ernesto Cuadros-Vargas, fundador y expresidente de la Sociedad Peruana de Computación, explica que en estos tiempos de teletrabajo ya no es necesario enviar un archivo adjunto a un email. “Debería estar prohibido”, porque hace más lenta la conexión y la capacidad del envío es limitada, agrega.

“Si se comparte un archivo desde los servicios en la nube, el receptor de la información puede no solo abrirlo de inmediato, sino hacer correcciones o comentarios, lo cual facilita mucho el trabajo en equipo”, opina.

Sin embargo, pese a estos beneficios ¿cuántos peruanos podemos acceder a esta nueva forma de trabajar o estudiar, que en muchos países ha sido vital para evitar un impacto aún más negativo de la pandemia?

Para Genghis Ríos Kruger, director de Transformación Digital del Departamento de Ingeniería de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP), el tema es claro: si no contamos con una buena conectividad, estos avances solo harán más grande la brecha digital y, por ende, la educación y las oportunidades laborales, sostiene.

“A raíz de la pandemia, en la PUCP tuvimos que crear un fondo y otorgamos módems a los alumnos y maestros que no tenían una buena conexión a internet en casa para que así puedan llevar las clases virtuales. Si eso sucede en Lima, imaginemos qué pasa en otras regiones”, señala el ingeniero electrónico a la agencia Andina.  

Cuadros-Vargas también considera que en los lugares donde la conectividad no es muy alta, la memoria USB y los discos externos seguirán siendo útiles. Finalmente, aunque no nos demos cuenta, esta tecnología ha ido evolucionando.

“Las memorias USB de ahora no solo tienen más capacidad, sino que se pueden retirar mucho más rápido porque procesan la información de manera más veloz que las primeras”, detalla.

La opción intermedia: la memoria portátil USB-C

Por otro lado, hay un elemento que de cierta forma asegura la vigencia de las memorias portátiles, mientras vayamos avanzando en conectividad. Se trata del conector USB-C, que si bien ha generado críticas porque no es precisamente lo estándar que se esperaba, tiene entre sus ventajas la multifuncionalidad y su diseño reversible, además de su mayor capacidad de almacenamiento y velocidad en la transmisión de información.

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Por ello, este micro conector ha sido adoptado por la mayoría de computadoras personales y portátiles, teléfonos inteligentes, tablets, entre otros dispositivos o gadgets. Entonces, los expertos coinciden en que la subsistencia de la memoria portátil en los siguientes años será con el conector USB-C.

El futuro de la nube

El almacenamiento en la nube es solo una parte de la tecnología conocida como Cloud Computing, que incluye servicios de cómputo, análisis de datos, videojuegos, Internet de las Cosas, machine learning, entre otros, donde, sin duda, Amazon lidera las ventas corporativas y transnacionales. Genghis Ríos asegura que cuando el uso del Cloud Computing sea mayor, ya no importará la potencia de las computadoras porque el “hardware y el software se ejecutarán desde la nube”.

Pero si de almacenamiento de información para uso personal, académico o laboral hablamos, el servicio más conocido en esta parte del mundo es Drive de Google, que ya tiene más de diez años con esta propuesta a la que no todos hemos sacado mucho provecho. A su vez, Microsoft se ha puesto las pilas para ofrecer su OneDrive, dentro de una plataforma bastante amigable.

Ríos Kruger considera que el almacenamiento en la nube de estos servidores, en modo gratuito o de pago, debería ser seguros. “Esta información no puede borrarse, además, ofrecen hasta quinces versiones como copias de seguridad. Si a un alumno se le pierde la laptop, no debería preocuparse por el avance de su tesis, si la tiene guardada en estos servicios”, subraya.

Aunque la memoria en la nube es bastante intuitiva, es probable que al inicio cometamos errores al usarla, pero “es el momento de adaptarse”, dice Cuadros-Vargas.

Recomendaciones para almacenar información en la nube

Internet no se libra de la delincuencia, cada vez los ciberataques piratas o hackers son más agudos. Por ello, los expertos ofrecen las siguientes recomendaciones:

Tomar en cuenta con quién se comparte la información: si es con un público abierto o un determinado grupo de personas. El sistema ofrece alternativas.

Configurar la forma en que se quiere compartir un archivo: si el receptor solo puede leer la información compartida o si también puede editarla o comentar.

Si se comparte información con un público amplio, es mejor usar una dirección URL (link) acortada del archivo que se quiere compartir, lo cual puede hacerse a través de programas gratuitos, como Ow.ly o Bitly. Si se comparte un archivo de manera directa, en las otras computadoras podría haber un virus que capture nuestra contraseña.

Las otras recomendaciones son generales para cualquier servicio en internet: Usar una contraseña segura (más de ocho caracteres, que combine letras mayúsculas y minúsculas, además de dígitos), tener siempre actualizado el programa antivirus y no abrir mensajes sospechosos.

//Andina.

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