A los 12 años de su partida, exploramos “Humareda”, del poeta y compositor Véder Rétiz Bedoya

Por: Jorge Chávez Hurtado

El maestro Véder Rétiz Bedoya, recordado cariñosamente como “Chachico Rétiz” dejó este mundo el fatídico 9 de agosto de 2012, un día que llenó de luto los corazones de su familia, amigos y admiradores de su inestimable legado cultural. Su último aliento lo exhaló en el hospital Almenara de Lima, a los 79 años.

Han pasado doce años desde que Huánuco se despidió de uno de sus hijos más creativos, un alma cuya impronta en la poesía y la música permanece indeleble. Su voz, inmortalizada en sus canciones y poesías, sigue resonando, y sus letras continúan tocando las fibras más profundas de nuestros corazones.

Los expertos afirman que sus canciones son pinceladas de poesía que pintan, con inigualable maestría, paisajes emocionales, retratando evocaciones e ilustrando su amor profundo por su tierra natal, Huánuco.

En este duodécimo aniversario de su deceso, rendimos homenaje a su prolífica y profunda obra creativa con un análisis interpretativo de una de sus canciones emblemáticas, una oda al mundo andino rural del Huánuco profundo. Nos referimos al tema “Humareda”.

La letra del huayno huanuqueño “Humareda” es un poema que entrelaza melancolía y nostalgia con las imágenes y elementos naturales del paisaje andino. A través de sus versos, el maestro Véder Rétiz Bedoya nos transporta a un mundo rural donde la naturaleza y los sentimientos humanos se entremezclan, creando una atmósfera de añoranza y tristeza.

El primer verso, “Agüita de la tristeza, cantito de pajarillo”, nos sumerge en un verdadero estado de melancolía mediante la personificación del agua y el canto de un pájaro. La “agüita” simboliza las lágrimas, mientras que el “cantito de pajarillo” evoca un lamento suave y persistente. Este inicio establece el tono de la canción, donde la naturaleza refleja el dolor interno del yo lírico.

La imagen de la chacra llorando “lágrimas de madrugada” refuerza esta idea de tristeza. La madrugada, un tiempo de transición entre la noche y el día, simboliza la esperanza tenue y la persistencia del dolor que aún no se ha disipado. La personificación de la chacra sugiere una conexión profunda entre la tierra y el ser humano, destacando cómo la tristeza permea todo el entorno.

El verso “Se fue cuando amanecía, cuando el maíz hizo sombrilla” narra una partida al alba, un momento de separación y despedida. La mención del maíz, un cultivo esencial en la cultura andina, que “hizo sombrilla”, evoca protección y cuidado, pero también la ausencia y el vacío que queda tras la partida. La metáfora del maíz como sombrilla indica una cercanía con la tierra y los ciclos naturales.

La repetición de “cerrito juntito al cielo” en varios versos refuerza la idea de una conexión trascendental entre la tierra y el cielo, entre lo terrenal y lo espiritual. El cerrito, pequeño cerro, simboliza humildad y cercanía con lo divino. Es un lugar donde la tierra toca el cielo, un punto de encuentro entre lo humano y lo celestial, entre la vida y la muerte.

La fuga, con sus versos “Ay leña verde, verdecita chispeando, chispeando me haces llorar. Ay humareda, humareda llenando mis ojos me haces llorar”, es un lamento repetitivo que amplifica el dolor y la nostalgia. La leña verde, que chispea, puede representar la vida y sus chispazos de esperanza, pero también el humo que se eleva, simbolizando la pérdida y la tristeza que nubla la visión. La humareda, que llena los ojos y provoca lágrimas, refuerza la idea de un dolor inevitable y omnipresente.

En conjunto, la letra de “Humareda” es una evocación poética de la tristeza, la partida y la conexión íntima con la tierra y la naturaleza. Véder Rétiz Bedoya utilizó imágenes ricas y simbólicas para expresar una melancolía profunda y arraigada en el paisaje andino, creando una obra que resuena con el sentimiento universal de pérdida y añoranza.

 

HUMAREDA

Autor: Veder Rétiz Bedoya

Agüita de la tristeza,

cantito de pajarillo,

chacrita, estás llorando

lágrimas de madrugada,

lágrimas de madrugada.

Se fue cuando amanecía,

cuando el maíz hizo sombrilla,

hilando sus lejanías,

cerrito juntito al cielo,

cerrito juntito al cielo.

Mañanita de mi tierra,

ternura de serranía,

florcita de hierba buena,

cerrito juntito al cielo,

cerrito juntito al cielo.

FUGA

Ay, leña verde, verdecita,

chispeando, chispeando,

me haces llorar.

Ay, humareda, humareda,

llenando mis ojos,

me haces llorar.

Ay, leña verde, verdecita,

chispeando, chispeando,

me haces llorar.

Ay, humareda, humareda,

llenando mis ojos,

me haces llorar,

llenando mis ojos, me haces llorar.

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