En una casa tranquila y acogedora de Fonavi I, cerca del puente San Sebastián, vive un músico excepcional que, el lunes 24 de julio, cumplió 92 años. Su aspecto enjuto y su cabello blanco, son testigos de los muchos años de vida que ha acumulado, pero su espíritu y pasión por la música huanuqueña siguen intactos, como si el tiempo no hubiera pasado por él. Se trata del maestro Gumersindo Francisco Atencia Ramírez: recopilador, defensor, arreglista, autor y compositor de innumerables canciones que otorgan personalidad cultural a Huánuco.
Este músico venerable, con sonrisa amable y ojos llenos de sabiduría, ha dedicado toda su existencia a explorar el universo de las melodías huanuqueñas. Desde que era un joven soñador, la música huanuqueña se convirtió en su compañera más fiel, su escape y su refugio. A través de los años nuestra música es su compañera indesligable, su amiga confidente que más ha amado, su compañera que le ha permitido expresar sus emociones más profundas.
Las manos que antes volaban con agilidad sobre las cuerdas de su guitarra, ahora se mueven con calma y cordura, recordando cada acorde y cada nota con cariño. Sus interpretaciones son un torrente de sentimientos, como si cada canción le contara una historia diferente de su larga travesía por la vida, desde su añorada infancia en su adorado Taullín, hermoso pueblo ubicado en las faldas del Pichgacocha, su tierra natal, ahora con el nombre de La Libertad, distrito de Conchamarca, provincia de Ambo.
En su cumpleaños número 92, el local de Digno Fernández, lugar donde celebró su natalicio, se llenó de amigos, familiares y colegas músicos que celebraron la vida y la pasión que ha compartido con todos a lo largo de los años. Fue una velada llena de música huanuqueña, risas y anécdotas que rememoraron episodios y recuerdos que, aunque a veces parezcan lejanos, siguen vivos en su corazón.
Este músico extraordinario, con 92 años a sus espaldas, es un testimonio viviente del poder de la música huanuqueña para trascender el tiempo y nutrir el alma. Su legado es un tributo a nuestras cachuas, chimayches, mulizas, valses, huaynos, yaravíes y harawis. En cada acorde que toca, en cada nota que brota de su guitarra, reside el eco de una vida dedicada a la pasión por la música, una vida que seguirá inspirando a generaciones futuras de músicos y amantes de nuestras melodías.
Sus manos, aún vigorosas a pesar de los años, son el instrumento perfecto para dar vida a las notas que habitan en su alma. Con cada acorde que toca, parece que las cuerdas del tiempo se estiran y retroceden, llevándonos a épocas pasadas donde sus acordes encantaban a través del Centro Cultural Enrique L. Vega, Melodía Huanuqueña y el Centro Musical Huánuco.
En sus 92 años de vida, ha sido testigo de la evolución de la música huanuqueña, desde los tiempos dorados del vinilo hasta la era digital actual. Cada nota, cada compás, cada interpretación ha sido un testimonio de su compromiso con Huánuco y su música.
Huánuco se une para rendir homenaje a este tesoro viviente. Su música trasciende el tiempo y sigue tocando los corazones de quienes tienen el privilegio de escucharla. Sus notas se elevan al firmamento, como estrellas brillantes que iluminan el camino de aquellos que sueñan con dedicar su vida a la música que nos representa. Que su legado perdure por siempre y sus canciones continúen resonando en los corazones de las generaciones venideras. ¡Larga vida, gran maestro de la música huanuqueña!