
Hace 39 millones de años, en el mar de Ica —ahora desierto—, habitó el animal más pesado de la historia de la Tierra. Ha sido bautizado como “Perucetus colossus” («el coloso cetáceo del Perú»), el cual —se estima— alcanzó unos 20 metros de longitud y cerca de 199 toneladas, más que una ballena azul moderna (130 a 150 toneladas).
Tiene 13 vértebras, 4 costillas y un pedazo de pelvis han sorprendido por su densidad con los huesos “que parecían inflados”, producto de la evolución para poder sumergirse.
Huesos preservados del «Perucetus colossus», hallado en el desierto de la provincia de Ica. Foto: Giovanni Bianucci
Su nombre rinde homenaje al Perú, pues confirma que el registro fósil del territorio peruano es uno de los más ricos del mundo en animales marinos y que, gracias a estos fósiles, la labor de paleontólogos peruanos e internacionales cambia nuestra percepción de la evolución de los seres vivos.
“Este es nuestro regalo de Fiestas Patrias para el Perú, por eso decidimos llamarlo Perucetus colossus”, reveló el investigador peruano Aldo Benites-Palomino, de la Universidad de Zúrich y el Museo de Historia Natural (MHN) de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM), al comentar que Argentina tiene su Argentinosaurus y Chile su Chilesausus.
Los fósiles del “Perucetus colossus” o “coloso cetáceo del Perú” marcan un cambio, ya que se consideraba a la ballena azul (Balaenoptera musculus) como el animal más pesado que jamás haya existido.
Si bien las ballenas desarrollaron la habilidad de vaciar completamente sus pulmones para sumergirse para llegar al fondo del mar, esta especie lograba sumergirse con aire en sus pulmones gracias a su enorme peso, indica el coautor del estudio, el paleontólogo de la Universidad Cayetano Heredia, Rodolfo Salas-Gismoni.
Ejemplar de «Perucetus colossus» durante la excavación, en la región sureña de Ica. Foto: Giovanni Bianucci.
Descubrimiento
Según la agencia Andina, el paleontólogo peruano Mario Urbina encontró estos fósiles en el desierto de Ica en 2013, pero el descubrimiento sorprendió a la comunidad científica que en un inicio no creía que eran huesos.
“Mario (Urbina) descubrió el fósil, pero nadie creía que era un fósil. Nos mostró pedazos de las vértebras, que son durísimas, parecen rocas con muchas láminas adentro. Era imposible pensar que un vertebrado tuviera este tipo de anatomía”, contó Benites-Palomino.
Tras un par de años, se pudo comprobar que eran efectivamente huesos. Por el momento se desconoce el paradero del resto de los huesos, con excavaciones en proceso para encontrarlos en las cercanías.
Recolectar los fósiles requirió gran esfuerzo de Urbina, ya que cada vértebra pesa alrededor de 150 kilos, con una gran cantidad de expediciones.
Si bien las primeras vértebras se podían ver en la superficie del desierto, otras estaban enterradas dentro de un cerro, por lo que se tuvo que usar martillos para romper el concreto que las albergaba.
En la investigación, que contó con financiamiento europeo, participó un equipo multidisciplinario. Por ejemplo, especialistas para trabajar en la anatomía interna del animal, describir el fósil, reconstrucciones de tamaño, modelo 3D, etcétera.
Así, se crearon modelos en tres dimensiones de cada uno de los huesos con un escáner láser, con el fin de poder evaluar el tamaño real del espécimen, peso y capacidad de nado.
Parte del equipo de excavación en el sitio de origen, en la región sureña de Ica, del «Perucetus colossus». Foto: Giovanni Bianucci
Con esta información y una serie de regresiones computacionales (análisis estadísticos), el equipo estima un peso en vivo del Perucetus colossus con una mínima de 86 toneladas y un máximo de 340, en promedio unas 199 toneladas.
Debido a que no se han encontrado el cráneo ni los dientes del “Perucetus colossus”, no se ha podido determinar de qué se alimentaba, aunque se cree que consumía los animales en el fondo del mar como crustáceos, moluscos y peces.
“Ahora, es uno de los animales más enigmáticos. Sabemos que es un cetáceo, pero no sabemos qué comía; sabemos que vivía cerca del fondo marino, pero no sabemos cómo era su forma de vida porque nunca se ha encontrado un animal que haya aumentado su masa ósea en ese nivel”, indicó Salas-Gismondi sobre el “Perucetus colossus”.
Se queda en el Perú
El fósil es ahora parte de la colección del Museo de Historia Natural de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM).
Esto ha ocasionado orgullo en Salas-Gismoni. “Antes del museo, paleontólogos extranjeros solo recolectaban los fósiles y se los llevaban a sus países. Ahora tenemos un equipo más grande paleontólogos peruanos y financiamiento, por lo que los fósiles se pueden quedar acá”, indicó a Nature.
El museo exhibirá al público general los fósiles este miércoles a las 14:00 horas. Está ubicado en la Avenida Arenales 1256, en Lima.