El infierno de Fito

Por Fortunato Rodríguez y Masgo*

Era una solitaria noche de la década de los 90, que desparramaba tristeza y dolor en sus entrañas de callejones oscuros, despedía un mal aliento el temido distrito de La Victoria (Lima), cuyo tufo era friolento, cargado de alcohol y droga.

Llegue a la tenebrosa esquina entre la Av. 28 de Julio y Renovación. Donde se encontraba agazapado con una mirada casi fija que se dirigía al local de la Empresa de Transportes “León de Huánuco”, con el cabello y la barba crecida, quizás sintiendo frio y hambre, estaba totalmente desconocido, era un estropajo, llevaba entre manos un viejo balde, una desgastada escobilla de ropa y un pedazo de tela franela verde. Lo vi, mi corazón me decía, que camine hacia él, porque me necesita y yo le conozco.

Así fue, me dirige algunos pasos, el levanto su mirada hacia me rostro, alzo su mano derecha en señal de saludo y despertó una leve sonrisa. De pronto estaba de pie, lo que vi no pude creer, me choco en el alma verle en ese estado, comencé a lagrimear, el me tendió su mano casi temblorosa, lo abrasé, desparramé algunas lágrimas. ¡Era Fito!, mi amigo desde la infancia, nacido y criado en nuestro Huánuco Primaveral, estudio parte de la secundaria en un Colegio Militar, su juventud se paso acuartelado.

Uno, que otras veces retornaba a nuestro terruño, siempre recortado su pelo, parecía a un “moroco”. Pero; eso sí, era de buen vestir, todo “Charly” caminaba con su reloj y cadena de oro que relucía por las estrechas calles de nuestra Ciudad. Era el único varón en una familia de 2 hermanas, el engreído y tesoro de sus padres, quienes les daba todos sus caprichos.

Luego de egresar del colegio, con un promedio general de 18, postuló e ingresó a la Escuela de Oficiales, alcanzando alto puntaje, era de tez blanco, media 1.80, cuerpo atlético, dominaba el inglés e italiano. Era culto, deportista y amoroso con sus padres. Casi en sus vacaciones pernoctaba en Huánuco.

Al transcurrir los años no se supo de él, solo corría el rumor que estaba en el extranjero especializándose en la lucha contrasubversiva. Pero, se filtraba que lo vieron descontrolado, andaba desubicado, angustiado. Las malas lenguas aseveraban que era un “fumón” y alcohólico, que deambulaba por las calles limeñas sin control. 

Aquella noche, me dirigía a recoger una encomienda en el “León de Huánuco”, sentí la presencia de una persona conocida, quien estaba sentadito en la esquina de la Av. 28 de Julio con Renovación del distrito de La Victoria (Lima), quizás miraba a los comensales de una carretilla que disfrutaban de un delicioso potaje, quizás él no podía consumir ese plato de comida por falta de plata, quizás esperaba la sobra y con ella “calmar” su hambre del día, quizás sentía frio, porque en la Capital ya estaba en la temporada de invierno, pero él no tenía abrigo, solo estaba con un viejo polón, un pantalón añejo.

Él ya me había reconocido, de pronto estaba de pie, elevo una tibia sonrisa, su rostro mostraba alegría. De inmediato reconocí que era ¡Fito!, amigo de barrio, con quien jugaba desde niño, me broto lagrimas al ver en ese estado, solo escuche que me decía… ¡cálmate hermano!, no te pongas así. Hoy vivo dentro de un infierno, porque me equivoque de camino y de amigos, tarde reaccione.

Todo comenzó cuando fui cadete, me invitaron semanalmente a las fiestas y reuniones de amigos con chicas, donde circulaba mucho alcohol y droga. Inicialmente me sorprendió, porque ese mundo me fascinó, droga y sexo es como el pan de cada día. Poco a poco, me introducía, llegó el momento que me desesperaba en fumar. Pedía dinero a mis padres, inventaba la razón de mi necesidad, llegó el día dejaron de enviar, ahí comenzó mi calvario, tuve que sustraer cosas de la casa para vender y comprar la pasta. En la escuela se dieron cuenta, porque baje mi rendimiento de estudio. De inmediato me trasladaron al tópico donde fui sometido a los exámenes de rigor, di positivo. A las horas fui separado, luego expulsado.

Mi madre y mis hermanas lloraban desconsoladamente, sentí que les di una puñalada en la espalda. Para no ver este cuadro, me fui de casa, me envolví de lleno al alcohol y la droga. Ya no tuve dinero, me sacaron de mi cuarto, me fui a vivir por los Barrios Altos, pagaba un alquiler cómodo, solo almorzaba. Ya estaba envuelto en la garra del demonio, ya no tenía ropa, porque la vendí, tomaba licor en las chinganas del lugar, uno que otras veces dormía en el parque. De allí me arrastre hasta Jr. Renovación de La Victoria, donde la droga estaba presente. Ya era un dicto, las veces que requería plata, comencé a salir a lavar carros. Además, cuidaba algunos vehículos que se estacionaban por el León de Huánuco o Bahía, luego recibía mi propina, con ello nuevamente a transitar por el infinito infierno, fumando la maldita droga. De lejos vi a muchos amigos y amigas paisanos, hasta mis familiares, eso me volvía triste, me llenaba de nostalgia y me motivaba a seguir consumiendo la droga, con el afán de olvidarme por algunos momentos lo que antes fui.

Ahora espero solo la muerte, ojalá Dios me lleve pronto, ya estoy enfermo, me duele mucho los pulmones y el corazón; soy un hombre invisible, estoy vivo, pero no existo para la familia, menos para los amigos. Con la droga no se juega, te encanta, luego te devora y te mete a un enorme infierno que no puedes salir, es doloroso transitar diariamente tras una porción, porque luego te vuelves adicto, y no hay nadie que te pare, causas mucho dolor a tus padres y hermanos.

A la droga no se saluda, se le debe rechazar, es el enemigo del hombre porque te conduce a la perdición, te envuelve en una locura, que terminas fondeado en el infierno.

Te pido, cuando vuelvas a nuestro Huánuco querido, dale mis saludos a mis padres, por quienes levanto una oración, pido a Dios que les cuide mucho. Quizás, cuando vuelvas este sepultado en la fosa común del cementerio, eso me merezco porque fui un mal hijo, engañe a mi familia que pusieron toda su ilusión en mí.

Al final, nos despedimos con un afectuoso abrazo. Me advirtió Fito, ¡por favor sin llorar!, estoy alegre Fortu, porque te vi hermano, eso me alegra, hoy me voy a dormir para sumergirme en nuestro mundo de los recuerdos, donde éramos felices desde niños.

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