
Jaria, también conocido como Nueva Esperanza, enfrenta una crisis debido a las grietas en viviendas y calles, lo que supone un grave peligro para sus habitantes. Ubicado en el distrito de Puños, provincia de Huamalíes, el pueblo está en una pendiente que bordea el río Marañón y al pie de un acantilado, limitando las opciones para que los pobladores abandonen la zona. Las fracturas, especialmente en la parte alta, han generado temor entre los habitantes.
Algunas familias han perdido sus viviendas, mientras que la falta de agua potable causada por huaycos ha agravado la situación. Según testimonios, la parte baja del pueblo ya comenzó a derrumbarse, con grietas de entre 30 y 60 cm visibles desde el badén hasta la escuela antigua.
El alcalde Gerardo Rojas solicitó ayuda al Gobierno Regional de Huánuco para evaluar las rajaduras y brindar asistencia a los damnificados. Sin embargo, la Municipalidad de Puños solo pudo ofrecer apoyo limitado con botas, ollas y frazadas.
Mientras tanto, varias viviendas ya se consideran inhabitables, y los deslizamientos han destruido 15 hectáreas de cultivos esenciales, incluidos maíz y papas. La comunidad también perdió una hectárea de palta, un emprendimiento clave, intensificando la pobreza. Las tuberías de agua potable quedaron destruidas, y su reparación depende de especialistas y el fin de las lluvias.
Para mejorar la conectividad, el alcalde pidió habilitar la carretera hacia Morca, la vía más corta para llegar a Llata, pero se necesita maquinaria pesada para remover grandes rocas. Los comuneros han trabajado para despejar las vías bloqueadas, pero su esfuerzo es insuficiente sin apoyo técnico y remuneración.
Desde el huaico del 6 de marzo, que cobró cinco vidas, el pueblo quedó aislado tras nuevos derrumbes. Esto provocó desabastecimiento de alimentos básicos como arroz y azúcar, sin apoyo de la Municipalidad Distrital de Puños, a pesar de contar con maquinaria para liberar la única vía de comunicación. El alcalde distrital, José Caqui, fue denunciado por ignorar los reclamos de la población.
Los estudiantes de secundaria son gravemente afectados, sin poder asistir a clases debido a los bloqueos. Las lluvias continuas han exacerbado las grietas, aumentando el temor de un posible desastre. Algunas viviendas fueron abandonadas por sus propietarios, mientras que los que tienen recursos han optado por dejar la zona.
Ante la desesperada situación, se exige a las autoridades distritales, provinciales y regionales habilitar vías que conecten distritos cercanos como Llata, Puños, Miraflores, Punchao y Singa, y proporcionar ayuda a los damnificados. Sin acción inmediata, el futuro de Nueva Esperanza sigue siendo incierto.