«El Chavo», policía huanuqueño se convierte en leyenda de lucha antidrogas

Su caminar pausado y su mirada tranquila nos hace saber que estamos frente a un hombre que dejó mucho, si es que no es todo, por el país en sus largos años de trabajo, sin embargo, su hablar fluido y emocionado revela su inobjetable orgullo de haber servido enormemente a la sociedad cada día de su vida.

En el Patio de Honor de la Base Antidrogas “Los Sinchis” de Mazamari, vistiendo su elegante uniforme, por última vez, el Suboficial Superior PNP Róger Euclides Nación Estrada besa la Bandera de Guerra de la institución policial y pasa así a la situación de retiro luego de 37 años de extraordinaria labor en la lucha antidrogas en el Perú, convirtiéndose en una leyenda, tras participar en más de 7 mil operativos contra las mafias que envenenan al Perú y el mundo.

“El Chavo”, como cariñosamente lo llaman, nació en La Unión, Dos de Mayo, Huánuco. Luego de sus estudios primarios en su tierra natal, egresó de la secundaria en 1979 con la promoción Sesquicentenario de la Gran Unidad Escolar Leoncio Prado, de la capital huanuqueña. Ingresó al Centro de Instrucción de la Guardia Civil “Mateo Santos”, en Chorrillos, Lima y egresó en 1986, siendo destacado a la 7ª Comandancia Guardia Civil de Huancayo, pasando por las comisarías, puestos y líneas GC de Tarma y La Oroya.

En 1991 se integra a la 64ª Comandancia GC, con funciones en Tingo María y denominada Unidad Móvil de Patrullaje Rural (Umopar) primera unidad antidrogas del Perú, creada el 14 de mayo de 1980, hoy convertida en el Departamento de Operaciones Tácticas Antidrogas en el valle del Huallaga. En esta unidad “El Chavo” prestó servicios por 22 años, integrándose también al Grupo de Operaciones Antidrogas Tácticas en Jungla (GOATJ), sería partícipe de la acción policial en los tiempos más álgidos de apogeo del narcotráfico en el Huallaga y el actuar inmisericorde del terrorismo de Sendero Luminoso.

En medio de esta peligrosa y dura tarea, recibió cursos especializados en la Base “Los Sinchis”, con los “Boina Verde” de Estados Unidos, y teniendo como promoción de curso al entonces capitán PNP Vicente Romero Fernández, quien llegó a ser director de la Dirandro y ministro del Interior. El 2004 viaja a Estados Unidos para ser capacitado como analista de inteligencia en temas de narcotráfico y terrorismo en el Fort Benning (Georgia). Todos estos conocimientos los aplicaría en el Alto Huallaga y el VRAEM.

El 2014, perteneciendo al GOATJ y por disposición del comando policial, fue destacado a la División de Maniobra Contra el Tráfico Ilícito de Droga VRAEM Ayacucho, en Palmapampa. Desde allí participó en innumerables operativos contra organizaciones criminales del narcotráfico, por vía terrestre y aérea, en zonas de Santa Rosa, Sivia, Mayapo, Llochegua, Mantaro, Canayre, San Cristóbal, Natividad y Vizcatán del Ene, las más importantes en el Valle de los Ríos Apurímac, Ene y Mantaro (VRAEM), zonas de mayor producción de hoja de coca para la producción de droga, donde los traficantes operan bajo la protección del grupo terrorista liderado por los Quispe Palomino

Del 2018 al 2023, fecha de su pase al retiro, integró la División de Maniobra Contra el Tráfico Ilícito de Drogas “Los Sinchis” de Mazamari, unidad élite conformada por selectos policías, altamente especializados en narcotráfico y terrorismo.

“Es un honor haber trabajado en zonas de alta incidencia del narcotráfico y terrorismo, junto a valerosos policías hemos logrado el decomiso de ingentes toneladas de droga, destrucción de centenas de laboratorios de procesamiento de clorhidrato de cocaína, destrucción de pistas de aterrizaje clandestinas y desbaratamiento de organizaciones del narcotráfico. He sido bendecido por Dios al haber prestado servicios en las unidades más importantes de la DIRANDRO y entregado mi vida al Perú”, refiere emocionado.

“Como olvidar las innumerables patrullas antidrogas con mis hermanos policías ‘Umopares’, GOATJ y Sinchis, en el Alto Huallaga y el VRAEM, emprender caminatas por varias horas y días, en pleno sol, lluvia, frío, por zonas inhóspitas de difícil acceso, trochas, quebradas, riachuelos, observando la fatiga, sudor y el cansancio de los combatientes, portando su fusil, en la enmarañada selva, con el único fin de cumplir la misión. Muchas veces fue imposible ser extraído en vehículos terrestres o helicópteros de la zona de intervención, por factores climatológicos (lluvias torrenciales, tormentas, huaycos), debiendo pernoctar en la agreste selva, aplicando las medidas de seguridad y estando propenso a picaduras de víboras, tarántulas, murciélagos, más aún ante el peligro existente por la presencia de terroristas. Estas experiencias vividas con jóvenes oficiales de esa época, en la actualidad ostentan el grado de mayor PNP (R) Alexis Rivera (Impacto), mayor PNP Alejandro Montero Morón (Chicle), comandantes PNP Marco Puente (Mosquito), Wilder Hurtado Cárdenas (Halcón), Juan Moreno (Murdock), coroneles PNP en retiro Demóstenes García (Moto), Walter Arrué (Pachacútec), Jhonel Castillo Mendieta (Tony), en actividad, Jesús Pariona Madueño, Harvey Colchado Huamaní (René), Walter Lozano Pajuelo (Bica), Carlos Sánchez Padilla (Tranqui), German Ruiz Araujo, (Gandhi), Carlos Torres Arones (Acero), Segundo Salazar Pérez (Poker), Manuel Vidarte Pérrigo (Manolo), Juan Colmenares (Pelito) general PNP retiro Alexis Bahamonde Chumpitaz, a ellos mi eterna gratitud y respeto”, relata.

Siguiendo con su emoción nos refiere “permítame agradecer a la Policía Nacional del Perú, la DIRANDRO, Policía Aérea, Fuerzas Armadas (Ejército, FAP y Marina) acantonados en el VRAEM, Ministerio Público (fiscales antidrogas), a la prensa escrita y hablada, Embajada Americana, a DEVIDA, al CORAH, a mi familia que supo comprender por la lejanía de mi trabajo, a Dios por darme la oportunidad de besar mi bandera y decir con orgullo que he cumplido con los principios para lo que fui formado como policía”.

Al culminar cierra los ojos algo enrojecidos y se persigna diciendo: “misión cumplida Señor”, se arregla la boina en la cabeza y nos estrecha en un abrazo con agradecimiento. La leyenda está ahí.

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