Por Jorge Chávez Hurtado
De ritmo lento y con versos que revelan las angustias del hombre enamorado
En su libro Huánuco de Ayer, Nicolás Viscaya Malpartida presenta algunos fundamentos de nuestro Chimayche y hace referencia a la muliza Huanuqueño Soy rematado por el chimayche Carnaval que ya te vas. A continuación, presentamos extractos de estos apuntes que don Nicolás realizó desprovisto de galas como un homenaje a la ciudad y departamento de Huánuco.
El Chimayche, melodía de ritmo lento
Como parte complementaria de yaravíes y mulizas se cultivó en nuestra ciudad el chimayche, melodía de ritmo lento, no bailable con versos que revelaban todas las angustias del hombre enamorado y a veces sus disgustos. Las bandas de música lo ejecutaban durante la tradicional costumbre de conducir “el cambio” a las casas de los mayordomos entrantes de fiestas, a excepción de la de “los negritos”. En la tumba, los viejos músicos de aquellas bandas, entre ellos don Manuel Ayala, no se escuchó más ni el popularizado por él para dichos actos.
El misterio de su significado
De acuerdo con la corriente del pueblo pronunciamos y escribimos “chimayche”, vocablo cuyo origen y significado se desconoce. En una de las partituras de Alomía Robles se lee “Chimaycha”.
Varias ciudades tenían su chimayche propio, siendo común sólo el nombre. Subsiste aun, por ejemplo, entre otros lugares, en algunos de la región nororiental de población mestiza, con sabor a selva y aire más o menos “alegre” que lo bailan a modo de la cachua.
“Huanuqueño soy” y el retorno de don Daniel sediento de afectos…
Brevemente me he ocupado de pocos aspectos del carnaval posterior a 1924. Debo sumar uno más porque quizá no tendré otra oportunidad.
Daniel Alomía Robles al volver a su ciudad natal en 1936, sediento de afectos, brisas y aromas de ella, ya había dado cima a su meritoria obra de descubrir y dar a conocer al mundo, en calidad de primicias, las manifestaciones melódicas del Perú autóctono y mestizo. El influjo de los recuerdos de la niñez y de la emoción de hallarse en su querida tierra después de medio siglo de ausencia, en ese su retorno proclamó con orgullo que su ser, alma y pensamiento eran huanuqueños, por medio del lenguaje del arte; así nace su muliza, versos y música: Huanuqueño soy. El Centro Cultural Deportivo Tarapacá, al que cedió la composición con una cordial dedicatoria, para estrenarla en el carnaval del año siguiente reunió los mejores intérpretes en voces e instrumentos de cuerda y de viento y encargó la confección del carro simbólicos al diestro artesano del pincel Eulogio Quiñones, hábil pintor mural de paisajes.
“Con Daniel Alomía Robles cantamos y cantaremos en nuestro paso por la vida…”
A fragancia espiritual y cívica, a acrisolados amor a la tierra natal trascienden sus versos y su música. Con Daniel Alomía Robles cantamos y cantaremos en nuestro paso por la vida y en la estancia eterna:
Huanuqueño soy,
Huanuqueña es mi alma,
Huanuqueño es mi pensamiento,
Huanuqueño es mi amor.
Un carnaval es mi vida
De alegrías y dolores,
De ensueños torturadores
Que quedan en el alma herida.
Su “chimaycha”, versos y melodía, tiene un cierto dejo de amargor agradable:
Carnaval que ya te vas:
Cuantos contigo rieron,
Cuando vuelvas sólo hallarás
El recuerdo de los que fueron.