Por Hevert Laos Visag*
El eco de sus arengas a la juventud de su tiempo para tomar las armas en defensa del honor nacional, tal vez permanezca en el granito de la equilibrada y apacible pileta de nuestra plaza de Armas que en 1882 escuchó decir al bravo Leoncio Prado Gutiérrez: “¡Huanuqueños! ¡Huanuqueños, hijos de mi pueblo, hermanos de mi alma, sabed que la bala del enemigo no mata!”. Y fueron más de ochenta los jóvenes de su pueblo que convencidos por su ejemplo y gesto inmortal, lo secundaron con verdadero denuedo en las acciones de la campaña de La Breña.
Al caer prisionero y herido de gravedad en la cruenta y desigual batalla de Huamachuco, el coronel peruano Leoncio Prado fue ejecutado el 15 de julio de 1883, no obstante su precario estado de salud. Murió con el espíritu elevado que lo caracterizaba, porque estaba seguro de que ese era el trance a la vida inmarcesible del honor y la gloria. Y así es.
Medio siglo después de haber roto la envoltura del coraje humano para penetrar en el templo de la inmortalidad, los honores al huanuqueño más valiente que haya dado nuestra historia se cumplieron en diferentes ciudades del país.
En Huánuco, el 15 de julio de 1933, se develó una genial escultura de su gallarda imagen. La talla de cobre, paradójicamente trabajada en Chile, se colocó en la plazuela de Santo Domingo, porque en aquella época la plaza principal de la ciudad contaba con varias estatuas, destacando entre ellas la de La Libertad. Esta bella figura en mármol años más tarde fue trasladada a la plazuela de La Merced, décadas después presidió la plazuela de San Sebastián, para finalmente terminar arrinconada en esa misma ágora.
En la penúltima década del siglo XX la escultura de Leoncio Prado fue reubicada al centro del parque Gregorio Cartagena, que todos conocemos como San Francisco. En esa ubicación tenía a su costado derecho al emblemático colegio que lleva su nombre, pero donde no estudió, y a sus espaldas al templo de San Francisco. Es justo reconocer que cada 15 de julio los directores de la Gran Unidad Escolar Leoncio Prado recordaban con entusiasmo el aniversario de su inmolación, sin olvidarse de ponerle una nueva capa de pintura dorada, esmalte o barniz para que Pradito siempre luzca brillante.
El año 2003, al celebrarse el sesquicentenario del nacimiento de este preclaro huanuqueño, la comisión encargada de los festejos contrató los servicios del escultor Antonio Mori Cabrera, quien tuvo la paciencia de retirar las 18 capas de pintura que literalmente abrigaban al héroe de Huamachuco. Antonio llegó hasta el cobre mismo y fue allí donde encontró el dato que la escultura llegó procedente del país sureño. En los años siguientes y para no perder la costumbre, Pradito volvió a recibir, religiosamente, sus baños de pintura.
En las últimas semanas la Municipalidad Provincial de Huánuco ha intervenido el parque San Francisco para su remodelación. Preocupados como estábamos por la suerte que correría la estatua de Leoncio Prado nos acercamos a la obra. Por pedido de los vecinos, en el lugar donde se ubicaba el monumento irá una pileta y a Pradito lo reubicarán a un costadito, para que contemple el jirón Dámaso Beraún y esa cuadra pueda ser usada como pista de desfile cada 15 de julio.
Entendiendo que se trata del personaje más importante de nuestra historia, siempre fuimos de la idea de que la estatua de Leoncio Prado Gutiérrez sea ubicada en la plaza de Armas, frente a la Municipalidad. Esa fue nuestra propuesta formal ayer viernes 5 de junio en la sesión de Concejo en la que intervenimos merced al pedido de la regidora Varinia Calvo.
Fuimos puntuales al señalar que la presencia de Leoncio Prado le otorgaría personalidad histórica a nuestra plaza principal, que hoy luce desolada como para llamarse de Armas. Asimismo, que su imponente figura impondría respeto, prestancia y gallardía a los actos cívicos y militares que hoy en día son meramente protocolares, sin mística alguna. Además, claro está, que sería un justo y merecido reconocimiento a su sacrificio por la patria.
Advertimos estábamos de que el alcalde José Luis Villavicencio Guardia no comparte esta idea. Como respuesta ofreció una réplica de la estatua de Leoncio Prado para la plaza de Armas. Lo dijo no obstante haber escuchado que esta magnífica escultura de cobre pesa 850 kilos y que su costo supera fácilmente los dos millones de soles.
Dejamos el cónclave edil con la esperanza de que el buen ‘Locky’ Villavicencio, a quien ayudamos con nuestras sugerencias para que el proyecto del parque Amarilis luzca como está hoy, cambie de opinión y no nos obligue a correr un memorial para lograr que Leoncio Prado ocupe el espacio privilegiado que le corresponde en la plaza de Armas de Huánuco.
*Periodista y editor