Revocación de visa a Gustavo Petro agudiza tensión entre EE.UU. y Colombia

Bogotá. La decisión del Gobierno de Estados Unidos de revocar el visado del presidente colombiano, Gustavo Petro, ha generado una nueva ola de tensión en la ya deteriorada relación bilateral entre ambos países. El anuncio, realizado por el Departamento de Estado el viernes 26 de septiembre, se produjo horas después de que Petro participara en una manifestación propalestina en Nueva York, en la que instó a soldados estadounidenses a desobedecer órdenes, lo que fue calificado por Washington como “acciones imprudentes e incendiarias”.

La medida ha sido interpretada por diversos sectores políticos colombianos como una jugada que el propio mandatario habría buscado para posicionarse de cara a las elecciones presidenciales de 2026. Desde la oposición, figuras como el exsenador Juan Manuel Galán y el exalcalde Enrique Peñalosa han calificado el episodio como un “distractor” y una “irresponsabilidad diplomática” que pone en riesgo los intereses del país.

Petro, por su parte, respondió desde Colombia que la revocatoria de su visa es consecuencia de su llamado a los ejércitos de EE.UU. e Israel a no apoyar lo que él considera un “genocidio” en Gaza. A través de su cuenta en X, el presidente denunció que la medida viola las normas de inmunidad diplomática que rigen la Asamblea General de las Naciones Unidas, donde había intervenido días antes.

La presidenta de la Cámara Colombo Americana (AmCham Colombia), María Claudia Lacouture, advirtió que si bien la decisión no rompe formalmente las relaciones bilaterales, sí añade una tensión significativa que dificulta su conducción. Estados Unidos es el principal socio comercial de Colombia y su mayor aliado en temas de seguridad, lo que ha despertado preocupación sobre posibles repercusiones económicas y diplomáticas.

Mientras tanto, en el frente interno, el episodio ha reavivado el debate sobre el estilo confrontacional de Petro en política exterior y su impacto en la imagen internacional del país. Con diez meses restantes en su mandato, el presidente enfrenta crecientes cuestionamientos sobre su manejo de las relaciones internacionales y su estrategia política rumbo a 2026.

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