
Por: Fortunato Rodríguez y Masgo
Era mayo de los años setenta, día caluroso bajo un cielo azul resplandeciente y el sol destellaba allá arriba donde vive taita Dios, caminamos alrededor del mercado viejo en busca de don Shucuy Pedro y preguntamos a don Juanito Beraún -el hombre de las raspadillas y la chichita de jora y maní- ¿vio a don Shucuy? ¡Temprano estuvo por aquí!, ¡seguro ya regresa para cargar! respondió el gringo como así se le conocía a don Juan.
Efectivamente a los minutos, se estacionó el mixto de Shucuy en su paradero casi al frente de “chancho Silva”, en el jirón Huánuco cuadra 8 de la heroica ciudad de Huánuco; de inmediato, subieron pasajeros con destino a Utao, Churbamba y otros, siendo las once horas partimos con dirección a nuestro destino; el bus, disculpa el mixto estaba totalmente repleto, en la cabina “pullman” estaban sentados “cómodamente” en los asiento de madera más de treinta personas, totalmente apretujados; en la parte posterior, la “carga” y personas quienes no podían pagar por los “asientos” y requerían algo económico. En fin, todos viajamos, de pronto don Shucuy Pedro prende su tocasset y de inmediato se escucha un popurrí de huaynos, que ameniza el viaje que era lento, por el mal estado de la carretera totalmente lleno de baches y huecos que obstaculizaba la velocidad del viejo “camión” apenas transitaba a 20 kilómetros por hora, ya algunos pasajeros sentían “mareo” y amenazaban arrojar.
Luego de más de cuatro horas de viaje de 40 kilómetros; por fin, llegamos a Churbamba, descendemos del mixto, con el cuerpo totalmente “molido”. Casi de inmediato, Roberto hermano de Carlos, su esposa Martha y su menor hija Rosita, todos iniciamos una caminata hacia la casa de la mamacha Telesfora y ¿quién es ella? es la curandera del pueblo, conocido por sus dones de sanación.
Efectivamente, luego de un par de horas de caminar ¡por fin! Llegamos a la morada de la mamacha y vimos personas aguardando su turno. Ya la tarde amenazaba caer, y un viento frio circulaba por lugar, casi todos se aprestaban a abrigarse con casacas, chompas y ponchos.
Mientras los familiares de la mamacha Telesfora, nos invitan a tomar lonchecito: café de huerta con mote “revolcado” con huevo de chacra, tostado en manteca de chancho, todos sentados en una enorme mesa para saborear esta delicia de la comida huanuqueña.
Ya casi en la oscuridad, prendieron velas para alumbrar la noche y el cielo totalmente despejado y estrellado, todos sentados en un pequeño ambiente, era casi una terraza desde donde se apreciaba un pequeño y hermoso valle rodeado de cerros con sembríos de papa y corrales de carneros, chanchos, toros y vacas. Mientras una que otras casitas apenas se podía visualizar a los lejos, ya la conversación giraba con relación a la salud de la persona. En nuestro caso, quien se encontraba delicada de salud era Rosita la hija de Carlos, de apenas 15 años de edad, quien fue diagnosticado una grave enfermedad en el estómago, sus padres ya habían consultado a médicos especialistas, pero no encontraban mejoría. Es así, por recomendación de algunos parientes llegaron hasta la mamacha Telesfora.
Casi a las veinte horas, va a nuestro encuentro una menuda mujer anciana, bajita de estatura, con una manta blanca que cubría su cabello de trenzas largas, una blusa de color blanco y falda “pollera” de color negro, caminaba descalzo, se acercó con una sonrisa de amistad, de inmediato sentí “algo” especial que transmite su rostro añejado, cuya mirada era tierna, y nos extiende su delicada mano derecha para saludarnos. Pero cuando tomo la mano de Rosita y le dice ¡tu estas mal! ¡Necesitas curarte!, esta advertencia sorprendió a todos, ¿Cómo la mamacha supo que Rosita estaba mal? Nos preguntamos y lo llevo de la mano a un cuarto, donde un par de velas apenas alumbraba, tras de ella fueron los padres, ya en lugar todos se sentaron sobre pellejos de carneros apostados en el piso de tierra y la mamita curandera comienza a Chacchar (masticar) coca, fumar cigarro y tomar sorbos de aguardiente; a los minutos, expresa su diagnóstico ¡tu hija tiene ulceras! ¡su estómago este sancochado! Mañana tenemos que hacer shogpi (curar) con cuy, descansen temprano y vayan a dormir. Así fue, todos nos dirigimos a un cuarto grande, donde ya estaban descansando todas las personas que llegaron en busca de sanación, la cama era paja seca y pellejos de oveja sobre el piso y te tapabas con frazadas de lana de carnero. En fin, casi no se sentía frio, porque las paredes eran de tapial, la ventana y puerta totalmente cerradas, la noche fue larga, de mucha conversación y de pronto amaneció, los perros ladraban en señal de nuevo día.
Rosita estaba advertido de estar en ayunas, no probar ninguna clase de alimento, solo agua de muña. Así fue, todos desayunamos con la presencia de la mamacha Telesfora, quien solo tomó agua de cedrón, luego se retiró a un ambiente para chacchar y orar a los jircas, una que otras veces fumaba para “tranquilizar” a los cerros. Luego de casi una hora, la mamacha llamó a Rosita, lo hizo echar sobre una cama cubierto de manta blanca tejido finamente con algodón de la zona, puso su mano sobre todo su cuerpo y se vio a la enferma a “temblar”; de esa manera, estaba curando el alma de Rosita, y limpiando su cuerpo de los malos espíritus; luego de un breve descanso, procedió al ritual sagrado del shogpi con cuy hembra, le “paso” por todo el cuerpo, centrando más en el estómago donde grito el roedor, señalando así el lugar de la enfermedad y la gravedad de la dolencia, en este caso ya estaba avanzado. Luego de algunos minutos se retiró a un rincón del patio y llamó a Carlos y Martha, para que puedan presenciar “la operación” de degollar al roedor y ver que partes estaban afectados, para sorpresa el estómago y las bicerras estaban totalmente negro, la mamacha dijo aquí está la enfermedad inmediatamente le curo y fue enterado con su pago de coca, aguardiente y cigarro.
Rosita fue retirado de la cama descanso algunas horas, para luego ser cargado en hombros hasta la carretera donde un vehículo nos trasladó hasta Huánuco. A los días, la enferma sintió mejoría en el cuerpo, ya no le dolía el estómago, ya restablecida comenzó a vivir la vida a plenitud. Es así, como la medicina ancestral andina de nuestros antepasados se practica hasta el día de hoy, la mamacha Telesfora es heredera del conocimiento desarrollado por la cultura preinca de los Chupachos oriundos del valle del Huallaga, hoy región Huánuco.