Cayrán renace en cada página del libro de Orlando Vara Mazzini

Por: Jorge Chávez Hurtado

 

“En estos tiempos me he convertido en escritor”, me dijo con voz de amanecer el maestro Orlando Vara Mazzini, durante una entrevista telefónica en El mundo a las seis, el espacio periodístico que cada mañana compartimos con nuestros oyentes desde los micrófonos de Radio Unheval. Aquella confesión no fue solo noticia. Fue una revelación íntima, un hondo testimonio. Porque cuando un maestro escribe, no lo hace por vanidad, sino por amor. Amor a la tierra, al tiempo, al origen.

Y su tierra, su entraña, su semilla —lo dijo con el corazón en alto— es Cayrán. Con emoción contenida, Orlando anunciaba que su nuevo libro ya estaba listo: Historia del distrito de San Francisco de Cayrán, una obra escrita como quien planta un árbol en medio de la plaza mayor del alma. “Ya salió la primera edición con mil ejemplares —nos dijo al aire— y espero que llegue a los estudiantes y ciudadanos ávidos de conocer la riqueza de mi tierra querida”.

Y ese libro llegó a nuestras manos como se recibe un legado. Fuimos hasta su casa del jirón Bolívar una tarde en que Huánuco parecía respirar despacio, como honrando el instante. Nos recibió con su hospitalidad inconfundible, y en sus manos llevaba el fruto de años de búsqueda, estudio y ternura. Al abrir sus páginas, supimos que estábamos ante algo más que un texto: era un acto de justicia, una canción escrita, una raíz recuperada.

Historia del distrito de San Francisco de Cayrán es un libro que se lee como se camina por el pueblo: con los sentidos despiertos. Está escrito con sencillez luminosa, pero cargado de hondura. Dividido en cinco grandes partes —desde la geografía hasta la religiosidad, desde la historia antigua hasta las voces contemporáneas— el libro teje una narrativa viva, necesaria, entrañable.

No es un tratado frío. Es una crónica del corazón, una voz que habla desde adentro. Orlando escribe como quien regresa a casa con los brazos llenos de memorias, de cantos, de silencios y preguntas. Escribe desde la escuelita 4050 donde aprendió sus primeras letras, desde los corredores de la GUE Leoncio Prado, desde las aulas donde enseñó, desde las plazas donde aún resuenan las guitarras de la Estudiantina Magisterial.

En este libro están los siglos: el Cayrán preincaico, el incaico, el colonial, el republicano. Están las luchas, las devociones, las danzas, los apellidos, los personajes que alzaron la voz desde su pedacito de mundo. Está la rebelión de 1812, la Guerra con Chile, las haciendas, las fiestas, los cánticos de Navidad. Está la creación de la viceparroquia. Están los negritos. Está el alma del pueblo en cada página.

Y como dijo el líder jamaiquino Marcus Garvey: “Un pueblo sin conocimiento de su historia, origen y cultura es como un árbol sin raíces”. Orlando, con esta obra, le ha devuelto a Cayrán ese sistema de raíces profundas. Ha hecho memoria. Ha sembrado identidad.

El libro, además, es fruto de una alianza sabia: la Municipalidad Distrital de San Francisco de Cayrán, bajo el liderazgo de su alcalde Fernando Montero Camones y su cuerpo de regidores, asumió la edición de los mil ejemplares como parte del septuagésimo aniversario de distritalización. Un gesto que no es solo institucional, sino visionario: porque apostar por la historia es apostar por el futuro.

Y es en este espacio —la página Cultura Viva de Tu Diario Huánuco, donde el arte y la memoria tienen casa propia— que celebramos este acontecimiento. Porque cuando un maestro escribe su historia, está sembrando para todos. Está diciendo: “aquí estuvimos, aquí estamos, aquí seguiremos”.

Gracias, maestro Orlando, por escribir con manos de tierra y corazón de campana. Por enseñarnos que los pueblos que conocen su historia caminan más firmes. Por recordarnos que cada valle tiene su voz, y que esa voz —si se cuida— puede volverse eternidad.

Que Cayrán se lea, se enseñe, se baile y se sueñe. Y que tu libro siga andando como andan las cosas verdaderas: con paso firme, con música dentro, con luz.

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