
Por: Jorge Chávez Hurtado
Conocí a Fredy Niceto Domínguez Ramírez en la brega de la música, en la década de los 80, cuando mi persona era integrante del grupo musical Los Wanders como cantante. Entonces, era un joven adolescente con ganas de conocer el mundo de la música. En una de nuestras visitas musicales a la hermosa localidad de Cayrán, coincidimos con Orlando Vara Mazzini, quien formaba parte del grupo y era oriundo de esa tierra. Fue en ese entorno donde Fredy, paisano y amigo de Orlando, se acercó a nosotros. Al finalizar el compromiso musical, tomó una de las guitarras del grupo y comenzó a ejecutarla para sí mismo. En ese momento lo advertí: estaba ante un joven con talento y un futuro promisorio en la música. Años después supe que Fredy era hijo de una de las grandes figuras de la música huanuqueña, don Cipriano «Shipico» Domínguez. Con el tiempo, el propio Fredy se convirtió en un ícono de la música de Huánuco.
Fredy nació el 2 de abril de 1967 en el distrito de San Francisco de Cayrán, provincia y departamento de Huánuco. Hijo de Cipriano Domínguez Villanueva y de doña Zenaida Ramírez Ramírez, quienes no solo le dieron la vida, sino también el amor y la crianza que lo forjaron como persona. Creció en un hogar numeroso junto a sus hermanos: Felisa, Dimas Ernesto, Elida, Edelvina, Rosana, Mirtha y Mirco Edgar. Su infancia fue un canto de naturaleza y travesuras, rodeado de cuyes, chanchos, toros, vacas y el entrañable burro Carlos. Entre juegos y picardías, se colaban a hurtadillas a tomar pacaes de los vecinos, enredados en las peripecias de la niñez.
Cursó su educación primaria en la escuela 32033, hoy I.E. Gabriel Aguilar Nalvarte, donde tuvo a maestros inolvidables como Francisca, Justa Meléndez, Julio Martínez, Aníbal Rodríguez y David León. Recuerda con nostalgia las actuaciones, serenatas, danzas y reinados, y hasta las temidas jornadas de vacunación, que prefiere no detallar. En su niñez, vivía cerca del estadio municipal de Cayrán, donde recibía visitas de su tía Magda, quien desde Lima le envió un regalo invaluable: una pelota de fútbol. En aquellos tiempos, los balones eran escasos y sus hermanos mayores, Dimas y Ernesto, se apoderaban de ella sin permiso. En represalia, Fredy la escondía detrás del arco, exigiendo su turno en el juego.
Desde pequeño sintió fascinación por el color amarillo. Sus padres, atentos a su predilección, le compraban ropa de ese color, lo que le valió el apodo de «Urucho», en referencia al ave oropéndola. Con el tiempo, el sobrenombre se extendió a sus hermanos y hermanas, convirtiéndose en un distintivo familiar.
Para su educación secundaria, Fredy se trasladó a Huánuco. Ingresó al colegio industrial Hermilio Valdizán hasta el segundo año, cuando fue trasladado a la Gran Unidad Escolar Nuestra Señora de las Mercedes, donde culminó su secundaria en 1985. Esta reubicación se debió a la reorganización del sistema educativo, que reservó el Industrial para formación laboral, trasladando a los varones a Las Mercedes y a las mujeres al Leoncio Prado.
Paralelo a sus estudios escolares, Fredy cultivó su pasión por la música en la Escuela Regional de Música Daniel Alomía Robles, donde tuvo el privilegio de aprender de grandes maestros como Gumersindo Atencia, Arturo Caldas, Melvin Taboada y Lincoln Godoy. Compartía el aula con talentosos compañeros como Rollin Guerra, Roberto Cárdenas, Isaac Campos y los hermanos Gargate Ostos. Integró el coro polifónico, la orquesta de cámara y la banda sinfónica dirigida por Arturo Caldas, quien lo invitó a formar parte de la Real Orquesta como saxofonista. Junto a esta agrupación, recorrió el país, llevando la música huanuqueña a escenarios de gran prestigio.
Su trayectoria también lo llevó a formar parte del grupo latinoamericano Tahuantinsuyo, la orquesta Los Caballeros de Huánuco y la Selección Juventud Huanuqueña de Nemesio Ñaupa. Posteriormente, se unió a los Super Originales del Perú, con quienes dejó huella en Huancayo. Su espíritu innovador lo llevó a fundar la Banda Real, transformando la escena musical con talentosos músicos como Rollin Guerra, Willy Mallqui y Nilton Talancha.
Hablar del Centro Musical Melodía Huanuqueña es evocar otra etapa trascendental en su carrera, donde aprendió no solo de música, sino también de humildad y valores humanos. Ya en los años 2000, impulsó la Orquesta Show La Solución, junto a Lolo Villanueva y Celis Rivera. En el 2001, lanzaron su primera producción musical, simulando una presentación en vivo. Desde el 2022, la orquesta ha sido relanzada bajo la subdirección de su hijo Kevin Fredy Domínguez Sánchez, garantizando la continuidad del legado musical familiar.
Fredy Domínguez es mucho más que un músico; es la esencia de la música huanuqueña, un artífice de melodías que han marcado generaciones. Su vida, tejida de acordes y compases, sigue resonando en los corazones de quienes han tenido el privilegio de escucharlo. Y su historia, como su música, sigue vibrando en el alma de Huánuco.